Cambios en el PP

De sobra sabe Mariano Rajoy que se la juega personal y políticamente en las próximas elecciones generales. Si pierde, tendrá que retirarse y dejar paso a un nuevo líder del PP que lleve a cabo un cambio generacional en el centro-derecha. Si gana, lo tendrá que hacer por el suficiente margen como para que el PSOE no le arrebate la Presidencia del Gobierno pactando con todas las minorías nacionalistas y con Izquierda Unida. Es decir, el líder del PP tiene que sacar mayoría absoluta o quedarse a escasísimos escaños de ella. Como se ve, tarea harto difícil para el político gallego.

De todo esto es consciente Rajoy, que por otra parte se está empleando a fondo en los últimos meses, recorriendo España de punta a punta para explicar la alternativa de gobierno que representa su partido. Pero a pesar de todos los errores que está cometiendo el Gobierno, graves y continuos, el PP no despega en las encuestas. En la última del Centro de Investigaciones Sociológicas conocida la pasada semana, los populares recortaban la distancia sobre el PSOE, dejando esta en 1,2 puntos.

Ante esta situación, empieza a tomar cuerpo en los “mentideros” políticos madrileños la necesidad de que Rajoy afronte la recta final de la legislatura con algunos cambios en su equipo de confianza. Una ocasión par ello sería el Congreso ordinario del partido que según los estatutos internos debería celebrarse el próximo mes de octubre y que parece que va a ser así.

Rajoy va a tener que pensar y, sobre todo, decidir si con motivo de dicho Congreso introduce cambios en la dirección del partido. Algunas presiones para que lo haga ya están saliendo a la superficie. La mayoría de los dardos apuntan a la secretaría general que detenta Ángel Acebes y a la portavocía en el Congreso de los Diputados, en manos actualmente de Eduardo Zaplana. Habrá que recordar que Acebes fue una elección personal de Rajoy en el Congreso del PP de hace tres años, por lo que resulta difícil pensar que ahora prescinda de su servicio. En el caso de Zaplana, las cosas no son tan claras.

Sabido es lo que le suele costar al actual Presidente del PP tener que tomar decisiones drásticas o que pudieran ser interpretadas como tal. Y un cambio de secretario general o de portavoz parlamentario, sin duda que entran en esa categoría. Siempre puede salvar Rajoy la situación volviendo a introducir en el organigrama de la dirección de su partido la figura de los vicesecretarios generales, suprimidas hace unos pocos años pero que tan útiles fueron cuando Aznar llegó a la presidencia del PP en 1990 para situar a todas sus personas de confianza.

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Al final, un proyecto político se define no solamente por sus ideas y propuestas para convencer a los ciudadanos que son las que más les convienen, sino también por las personas que encarnan ese proyecto. Y en este sentido, es un hecho que algunos de los actuales dirigentes del PP o están un poco “quemados” en términos de rechazo por parte de la opinión pública o en otros, su capacidad de comunicación, su experiencia política y su peso específico en manifiestamente mejorable.

Tendrá que ser Rajoy el que en último término decida lo que le pueda resultar más conveniente tanto para él como para el proyecto político que representa y que tiene detrás a diez millones de españoles. No será una decisión fácil pero en la vida, y la política formar parte de ella, hay que optar y arriesgarse, sobre todo cuando se quiere ganar.