Cuentas pendientes

Las urnas han decidido que el tandem Zapatero-Solbes, solos o en compañía de otros, gobiernen la economía española por cuatro años más. No va a ser fácil ni en el corto plazo donde deben gestionar la caída de expectativas en diverso frentes, ni en las reformas estructurales, por las que no han mostrado una vocación vehemente en su primer mandato.

De los asuntos de corto plazo, los más graves me parecen la crisis financiera del sector inmobiliario y la correlativa incidencia que pueda tener en el sector financiero que tiene serios compromisos contraídos con los, hasta hace unos meses, genios de la lámpara de ladrillos.

Los triunfadores de hace bien poco muerden el polvo de sus ambiciones truncadas y acumulan deudas que ni siquiera han evaluado con precisión. Las estrellas del parqué, los compradores de todo con dinero ajeno, han perdido su fulgor. La inmediata será pedir árnica al Gobierno en forma de favores financieros. ¿Entendería la gente que se hicieran favores desde el Ejecutivo a quienes les hicieron pagar por sus pisos precios disparatados que deben pagar puntual y rigurosamente? Será una prueba.

Solbes deberá intentar hacer algo para reconducir la inflación y detener la caída de empleo. Deberá intentar torcer los malos augurios que prolongan la crisis hasta, por lo menos, el segundo semestre de 2009, con medidas que, en la óptica del socialismo español, sólo se conciben mediante un aumento del gasto público. Solbes ha apelado al superávit acumulado, pero la recaudación fiscal, aunque tradicionalmente minusvalorada en los Presupuestos del Estado, no se va a cumplir. Así que, menos leones.

En cuanto a las medidas estructurales, es decir aquellas que profundicen en el mercado como óptimo asignador de recursos, han renunciado a ellas en este cuatrienio por falta de interés y porque los partidos que le apoyaron no consentían algunas de las más perentorias, como la liberalización comercial. ¿Tiene en el magín alguna otra? Propusieron en la anterior legislatura un trolebús de 150 medidas. Nunca las pusieron en práctica.

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Y sobre el mayor disparate de los cuatro años anteriores, la desarboladura del sistema de organismos reguladores autónomos de los mercados y la competencia, la primera prueba de su actitud, seguramente, la tendremos con la renovación de la Comisión Nacional de la Energía, que tiene que cambiar estatutariamente su composición. Veremos la voluntad que exhiben Zapatero y Solbes.