Deportes al sol

El hecho de que entrase a gatas, fuera de competición, y al borde del infarto no aporta ninguna información adicional a la gesta, por más que los mismos amigos se empeñen en contarlo una y otra vez. Lo cierto es que aquella carrera causó asombro general en todos los asistentes y desde entonces no he querido mejorar las marcas, más que nada por modestia. Recuerden lo que dice el viejo proverbio chino: el caracol camina despacio y escala la montaña. Y no olviden este otro, de confusa procedencia: del mejillón no podemos decir lo mismo.

El deporte en verano es saludable en su justa medida. Y cuanto más justa sea la medida, más saludable es. Curiosamente, sucede al contrario que con la cerveza en la misma época del año. En general, los deportes que son incompatibles con la cerveza no son saludables. Seguro que ustedes pueden citar de memoria algún estudio científico que lo corrobora. Y si no, fíense de mi propia experiencia.

Mucha gente no persevera en su propósito de hacer deporte a diario durante las vacaciones por la sencilla razón de que eligen mal el ejercicio a realizar. No comprendo a esos tipos que salen a correr una hora cada día en pleno mes de agosto. En realidad, tampoco comprendo a esos tipos que salen a correr quince minutos. Salir a correr está bien, pero sólo resulta divertido durante los tres primeros minutos. Después te invade un doloroso sofoco. Más tarde, el tiempo se ralentiza y los minutos parecen horas. Y finalmente, te acecha un aburrimiento tal, que todas las cosas del mundo en las que pudieras ver algo divertido te parecerán grises y monótonas.

Correr por correr, nubla el pensamiento y achica el ánimo. Iniciarse en el hábito veraniego diario de correr por correr desmotiva a cualquiera a las pocas jornadas. Todo esfuerzo requiere alguna motivación. Y la mayor parte de los humanos sólo corremos a gusto cuando nos persigue un león o cuando vamos detrás de una pelota. Correr no es una buena idea.

Si está usted pensando en nadar, quíteselo inmediatamente de la cabeza. Nadar es lo mismo que correr, pero mojándose. Y eso, si se practica en piscina, implica frío, lesiones en los oídos, y alta probabilidad de impacto letal contra otros nadadores. Y se traduce en picaduras de medusas, y mordeduras de tiburones en caso de que se realice en mar abierto. Nadar es incluso más peligroso que correr. El corredor que tropieza y se cae salda su accidente con fracturas y heridas, mientras que en el caso del nadador, la mayor parte de las contingencias terminan en ingesta masiva de agua, obstrucción y deceso.

Más allá de la adolescencia, la medicina desaconseja la práctica de deportes violentos en personas que no estén en forma. Se consideran violentos aquellos deportes realmente divertidos, como el fútbol. Y se consideran violentos, pero menos, otras disciplinas agradables como el tenis o el frontón. La opinión de la medicina es respetable, pero inexacta. La mayoría de los humanos prefieren arriesgarse a romperse una pierna pasando un rato agradable jugando al fútbol sala, que condenarse voluntariamente a la tortura de salir a correr 45 minutos cada jornada. Un buen gol, bien merece un sofoco.

Resultan especialmente interesantes los llamados deportes creativos. Se pueden practicar en cualquier lugar y en cualquier momento. Parten de un principio innegable: toda práctica deportiva tediosa puede convertirse en un gran divertimento si se introducen una o varias pelotas o dardos. El boxeo, el piragüismo o la halterofilia pueden transformarse en deportes apasionantes añadiéndoles una o varias pelotas o dardos, un par de porterías y sazonando la mezcla con unas cuantas reglas nuevas. Hagan la prueba. En el caso de que no resulte entretenido a quienes lo practican, no se preocupen, porque las innovaciones harán las delicias de los que lo observamos desde la grada.

Por último, quisiera hacer una mención especial a esos atletas que se pasan el año corriendo, pero por dentro de la oficina. Esos héroes del dolor de espalda y el agarrotamiento cervical, que llegan al verano con la intención de tirarse en la playa a descansar plácidamente, y no pueden hacerlo, porque los demás veraneantes han decidido convertir el arenal en un gran estadio olímpico, vuvuzelas incluidas. A todos los amantes del silencio, la lectura, la crema solar, la siesta, y la cerveza de media tarde –grandes disciplinas olímpicas-, mi aprecio, aliento y solidaridad. Un año más, me adhiero gustosamente a vuestro duro plan de entrenamiento con coraje, valentía y absoluta abnegación.

 
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