¿Y Florentino qué?

La Junta Directiva del Real Madrid, es decir, Florentino Pérez, acaba de cesar a Vanderlei Luxemburgo como entrenador del primer equipo de fútbol. Tras el penoso espectáculo dado el sábado por la noche en el Bernabéu ante el “Geta”, partido que se ganó de forma agónica con un gol de “soluciones” Ronaldo que se ayudó del brazo para conseguirlo, algo tenía que suceder. Como siempre, la cuerda se ha roto por el lado más débil y que menos complicaciones crea: se cesa al entrenador, se busca otro y “santas pascuas”. Pero ya ha llegado la hora de preguntar alto y claro si la responsabilidad de lo que está pasando en el Madrid es única y exclusivamente de los entrenadores o si hay que apuntar más arriba, concretamente a su Presidente. Hay que preguntarse quien es el responsable de haber diseñado un club más centrado en ser una gran máquina comercial que en jugar bien al fútbol. Hay que preguntarse quien es el responsable de haber echado hace dos años y no de buenas maneras a un entrenador, Vicente del Bosque, con el que se ganaban títulos, argumentando esa decisión en que era necesario empezar una nueva etapa en el Real Madrid. Los datos de esa nueva etapa no pueden ser más catastróficos: cuatro entrenadores en dos años, uno de los cuales, Camacho, duró tres jornadas y salió escopetado como si se le hubiese aparecido el mismísimo diablo en el vestuario blanco, ¿o es que se le apareció?. Ninguna Liga, ninguna Copa de Europa; un fútbol ramplón, feo. Una política de fichajes con fallos tremendos como el no saber retener a Etó que además se va al Barca y se convierte en su máximo goleador. Se ficha a un defensa central —Woodgate- con una grave lesión; se contrata como “galáctico” a Mikel Owen, que juega escasos partidos y al cabo de un año hay que venderlo. De todo esto, ¿quién es el responsable?. Es muy fácil escudarse en el entrenador o en el director deportivo —antes Valdano ahora el dúo Butragueño-Sacchi- pero muchas de esas decisiones están tomadas en primera persona por el Presidente del Club y por tanto, a él, solo a él, le correspondería asumir su responsabilidad. A todo lo anterior habría que añadir un grupo de jugadores “mimados” por el Presidente, que ganan lo que no está escrito en los libros, mantenidos en palmitas, rodeados de fama, pero cuyo quehacer profesional —jugar bien al fúbol- deja mucho que desear y ante lo que nadie toma medidas. Florentinoes un hombre poderoso, que preside una importante empresa del sector de la construcción; que cultiva como nadie las relaciones sociales y políticas: de hecho el palco de Bernabéu se ha convertido en un lugar donde si no estás o se te ve, es que no eres nadie en el mundo social y político madrileño. Todo eso Florentino lo hace muy bien, pero ¡esa es su gran carga!, el equipo de fútbol va dando tumbos desde hace dos años por los campos de España y de Europa. El Real Madrid es algo más que un club de fútbol. Es, como dice el propio Florentino, una de las instituciones más queridas y apreciadas en muchos países del ancho mundo. Mueve a millones de aficionados y su fama se extiende por los cinco continentes. Pero si no gana títulos y encima juega rematadamente mal, todo lo demás es como una pompa de jabón. El “parche” de cambiar de entrenador cuando vienen mal dadas, es eso, un “parche”, pero ya no cuela. Si las cosas no cambian, Florentino tendrá que enfrentarse, más temprano que tarde, con su propia responsabilidad y llegar a la conclusión de que, a lo mejor, también él tendría que irse a su casa. Eso sería lo serio, lo honrado, lo honesto, propio de la historia de un gran club como es el Real Madrid.

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