Juan Carlos Valerón

Ensalzado por todos los comentaristas. Juan Carlos Valerón es un caso irrepetible en el mundo del fútbol. Superada la treintena, con tres operaciones en la rodilla, varias recaídas, un físico menudo que le valió el apodo de El Flaco, y dos años en el dique seco, cualquier deportista habría colgado las botas. Por suerte, no lo hizo, y hemos podido seguir disfrutando de su magia hasta hoy.

En el año 2002, la mitad del fútbol español pasaba por Valerón. Estaba en su mejor momento. La noche en que Peña le voló el peroné, el estadio enmudeció. Tanta magia y tanto talento segado así, de una forma tan estúpida. Fue el inicio de un largo tormento. Poco después, el de Arguineguín volvió a brillar, sentando en el banquillo al genio Djalminha, y protagonizando gestas como la inolvidable goleada y remontada del Deportivo al Milán en los cuartos de final de la Liga de Campeones, hace ahora seis años. Pero en febrero de 2006, El Flaco volvió a caer. Y esta vez los peores presagios se confirmaron. Rotura de ligamento cruzado anterior. Una gravísima lesión a la que siguieron tres recaídas, que parecían definitivas.

Por entonces, cuando la prensa anunciaba su próxima retirada, pregunté a un buen amigo traumatólogo su opinión sobre la delicada situación del futbolista. El diagnóstico, inmediato: no volverá a jugar al fútbol profesional. Atrás quedaban los goles a medias con Makaay. Esa habilidad especial que tenía el Euro Depor para dormir el balón en la frontal del área, y explotar de pronto en tres rápidos movimientos. Ese juego de lluvia fina, artesanal, que hizo caer a todos los grandes, rendidos a la magia de Valerón, que fue el líder del Deportivo en España y en Europa. Asumí su retirada, como todos. Como todos, menos él, que siguió entrenando en silencio día tras día para recuperar su rodilla y volver al fútbol. Y volvió, por fin, en 2008.

Anoche, cuando lo vi jugándose la permanencia del Deportivo de La Coruña en Primera División contra el Athletic de Bilbao, me pareció un sueño. Y estaba equivocado. En realidad, era una pesadilla. Una pesadilla para los defensas del Athletic. Con el Depor a  punto de cerrar una gloriosa etapa de veinte años en la categoría de oro, sin más cera que la que arde en sus filas, El Flaco reapareció convertido en líder para salvar a su equipo. Con 35 años, sorprendió otra vez al mundo, pidiendo todos los balones desde el primer minuto, haciendo regates de quinceañero brasileño, metiendo decenas de pases imposibles a Riki y a Adrián, y luchando cada balón como si fuera el día de su debut. La grada, a sus pies.

Hace poco firmó con el Deportivo un contrato especial, que le permite jugar al fútbol durante los próximos años, si se ve con fuerzas, o ingresar como asesor del presidente. La prensa deportiva lleva todo el año repitiendo que Juan Carlos se despide de los terrenos de juego. Que esta vez sí. Que esta temporada es la última. Y han vuelto a equivocarse. Poco antes del partido de este martes, Valerón metió otro pase de gol al infinito del área, anunciando su renovación. Un año más jugando al fútbol.

Y para celebrarlo, el recital de anoche, que se suma al de Gijón de hace unos días, demostrando que no ha perdido nada de lo que tuvo. Al fin, para romper una defensa de cinco leones, sólo hace falta tener su destreza para ver los huecos que nadie ve, su pausa para detener el tiempo, y su precisión para enviar el balón al sitio más difícil para el defensa y más apetecible para el delantero.

No ha sido un año fácil para el canario. Lotina, que ha hecho bastante en el Depor con muy poco material, lo ha reservado tanto, que casi había llegado a convertirse en una pieza de museo en las gradas de Riazor. Y de pronto, en los últimos partidos, con el Deportivo al borde del abismo, ha llegado la sorpresa: El Flaco es titular indiscutible, aguanta noventa minutos y el entrenador ha adaptado todo el sistema a su juego. Y al Depor le va mucho mejor. Sobre todo porque la gente ya no se duerme en las gradas. Cuentan las buenas lenguas que ha sido la propia plantilla la que ha pedido al entrenador que juegue Valerón. Gran decisión. Espero que el Deportivo se salve y que El Flaco pueda seguir brillando en Primera. Por el bien del fútbol.

No comparto con los comentaristas deportivos la pasión por las comparaciones. Valerón es Valerón y yo no he visto a nadie igual en un terreno de juego. Tampoco he visto a nadie anunciar con una sonrisa que ha recaído por tercera vez de la lesión más grave de su carrera. Es un gran tipo y un gran futbolista. De todos modos, esto no es un homenaje, ni mucho menos. Los homenajes son para los jubilados. Y por lo visto este martes en Riazor, la mejor jugada de Valerón todavía está por llegar. La magia del artista es así. Imprevisible.

 
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