María San Gil a La Moncloa, súbito

Renovación, súbito. ¿Quién no está cansado de los Rajoys, los Zaplanas, los Acebes y los Trillos? ¿A quién ilusiona el actual equipo directivo de Génova? Ya han hecho mucho, mucho bueno y mucho malo. El Partido Popular necesita aire fresco, personas con capacidad de renovar ilusiones, de conquistar nuevos caladeros de votos. Aznar se fue, e hizo bien, ¿no están tardando en hacer lo mismo sus compañeros de viaje?, ¿no serían los perfectos alcaldes de sus pueblos o ciudades respectivas?

Renovación, súbito. Renovación sí, pero no a cualquier precio. Sin Gallardones ni demás “jóvenes promesas”, sin ninguna autoridad moral, que van a lo que van.

Renovación, súbito. Una mujer no estaría mal. Una mujer no de las de cuota sino de las que se han merecido un puesto a base de luchar y de sudar las calles. De las que han llegado a donde están no para figurar en portadas sino para servir sinceramente a sus ciudadanos.

Renovación, súbito. Una mujer a la que no se le presuponga la honradez y haya dado claras muestras de autoridad moral dejándose el pellejo por defender sus ideas aun a costa de su propia vida. Una mujer con vocación política y con sangre de líder.

María San Gil a Génova, súbito. Ayer, en el diario El Mundo aparecía una foto que hablaba por sí sola y que mostraba a una auténtica dirigente. La “gran perdedora”, la que tenía todo el derecho y todos los motivos para derrumbarse por los resultados, sonreía –con gesto sincero, sin muecas forzadas- mientras con sus mano acariciaba, consolando, a una compañera a punto de llorar. ¿Puede retratarse de manera mejor la encarnación de una verdadera líder? Fortaleza, sinceridad, calidad humana…

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María San Gil a La Moncloa, súbito. Lo de la foto sería una mera anécdota si su representada no estuviera avalada por una carrera política de verdadero servicio a la sociedad vasca. Estamos necesitados de políticos como San Gil y estamos sobrados de arribistas, aprovechados y oportunistas. Rajoy no convence, los suyos no convencen.

Y por qué no decirlo, además es guapa y femenina, cualidad poco profusa entre las ministras de González, Aznar y Zapatero.

María San Gil a Génova, súbito. María San Gil a La Moncloa, súbito. Pásalo.