Patrimonialización del cargo

No me refiero al juego peculiar de los pactos antitranfugistas por el que se pretende que el cargo electo del que sale por una lista pertenece no al electo sino al partido.

Cuestión cómica que rompe la ficción representativa como si se eligiesen cuotas para cada partido y no personas. Terrible cruz de la lista cerrada que soportamos.

Me refiero en la ocupación total de las sociedad que realizan las oligarquías políticas de la pretensión de que el electo en un organismo constitucional, en un colegio profesional, en una junta de facultad o en una delegación de estudiantes, si tuvo el “apoyo” del partido o sencillamente pertenece a la organización debe el “cargo” a esta.

Todos conocemos personas que sin ser electas para un cargo en lista partidaria han sido llamados a renunciar por algún baranda por no responder a una instrucción. Esta forma de pensar, con nulo apoyo legal es una muestra de corrupción de la peor especie.

Ya la sustitución de cargos electos por renuncia o fallecimiento en los parlamentos por los siguientes en las listas es más que discutible. Pero si esta práctica con la que hemos tragado es dudosa, peor es la pretensión de extender el control político por doquier, hasta sus últimas consecuencias, politizándolo todo en el peor sentido, es decir, en el sentido partidario.

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Se pierde así el criterio racional, sustituido por la consigna irracional, y esto se hace sin transparencia y sin que los electores conozcan ni filiaciones ni instrucciones.

No hay criterio de sociedad civil, de modelo cultural o de visión común del interés público sino puro ejercicio de un poder profesionalizado. Se entiende así que el dirigente del socialismo madrileño, que se prepara para la derrota, prefiera la depuración de listas, es decir, la garantía de su chiringuito que mantiene su posición personal a una bien pensante llamada a la integración.

Tiene muy claro lo que busca, el puro poder inmediato aunque sea en la derrota. También dirigentes de grupillos, asociaciones locales de partidos o ramas sectoriales prefieren el error con servilismo al acierto en libertad. Pero ya se sabe que la libertad reside lejos de ciertas estructuras organizativas.