“Pepe, le concert a été suspendu”

Hay muchas formas de cancelar un concierto. Por las bravas, a última hora, disimulando, de frente, de espaldas, robando, desde el hospital, afónico, mintiendo, riendo, sin querer o insultando a los promotores. Muchas formas. Algunas son muy originales y divertidas. En las biografías grises de las estrellas que brillan en nuestro firmamento terrenal anidan cientos de cancelaciones de conciertos, casi todas ellas envueltas en todo tipo de excusas y justificaciones.

El artista lo decide y lo anuncia a su más cercano colaborador. “Pepe, que no toco”, en España, o “Pepe, I won’t play”, en Inglaterra, son las formas más frecuentes. En Francia creo que dicen algo así como “Pepe, le concert a été suspendu”, que suena más pomposo pero tiene las mismas consecuencias. Después, sea donde sea, vienen los enfados, las devoluciones de entradas, las denuncias y todo lo demás.

Desde que colecciono excusas de cancelaciones de conciertos mi vida se ha llenado de luz y color, y la primavera germina, en forma de sonrisa, en cualquier rincón de casa. Así que hoy, para no adornar el Día Mundial del Urbanismo con cualquier ladrillo tedioso, voy a contarles en las líneas siguientes algunas de las cancelaciones más sonadas de la historia de la música reciente.

Las laringitis -¿crónica?- de Mick Jagger han marcado las últimas giras de los abuelos del rock y han provocado notables ausencias del grupo, sin embargo, una de las cancelaciones más veloces de su historia se produjo por otras razones. Cuando se conoció por la prensa, en el mundo entero, la preocupante expansión de la “neumonía atípica” en China, de inmediato, los Rolling Stones, con varias actuaciones programadas en el país, cancelaron todos sus conciertos en la zona. Gripe asiática al margen, la gran noticia vinculada al grupo de Mick Jagger fue el aplazamiento de su gira europea, en 2006. La razón: la caída de Keith Richards desde lo alto de un cocotero en las Islas Fidji. La excusa fue tan espectacular que nadie dudó de su veracidad, aunque a todo el mundo le sonase a tomadura de pelo.

Antes de confesar que uno se ha caído de un cocotero quizá es preferible no ofrecer explicaciones. Un experto en esto de las cancelaciones “a la torera” es Enrique Bunbury. El vocalista de Héroes del Silencio ha demostrado que lo importante no es dar las excusas adecuadas sino actuar con decisión, sin titubeos. De pronto, en mitad de un recital, en una de las últimas paradas de una extensa gira, se bajó del escenario sin decir ni pío. A los pocos minutos disolvió la banda, dio por terminado el concierto, canceló la gira y anuncio que abandonaba la música temporalmente. Y punto.

Que una estrella mundial no puede actuar sobre un carro de vacas en un pueblo de la España profunda está bastante claro. Pero hay quien no lo entiende. Y con razón: el concierto que iba a cerrar la gira española de Serrat y Sabina se suspendió cuando los organizadores vieron la carpa del escenario de Valdespartera, en Zaragoza. Una vez en el sitio, los técnicos de la gira anunciaron que no podía celebrarse el concierto ya que la distancia entre el suelo del escenario y el techo de la carpa era sólo de seis metros y medio, por lo “que no permite instalar el equipo de producción previsto”. La actuación fue sustituida entonces por la de Carlinhos Brown quien, se supone, sí logró introducir su “equipo de producción” en esos seis metro y medio.

Por razones más complejas fueron fulminantemente suspendidos en varias salas de todo el mundo los conciertos de los cantantes de reggae Buju Banton y Beenie Man. Cuando los dueños de las respectivas salas se enteraron de que ambos incluyen mensajes anti homosexuales en sus canciones, eliminaron las actuaciones de su programación, muertos de miedo ante la que se les podía caer encima. El grupo acabó siendo denunciado por homófobo. Con la justicia también se topó el cantante de reggaeton Don Omar, que tuvo que cancelar una actuación en Bolivia a causa de una demanda. Se le acusaba de estafa y terminó detenido de forma preventiva. Una lástima. La sorpresa fue entonces cuando trascendió que la detención nada tenía que ver con su aterradora música. Incomprensible.

Hugo Chávez, por su parte, ha conseguido que se cancele una muy esperada actuación de Alejandro Sanz en Venezuela. La causa: las críticas del artista español hacia las políticas –es un decir- del máximo irresponsable del país. Lo malo es que esto no es una excusa de Sanz. Si se fijan, más que una cancelación parece una vergüenza.

 
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