Rafa Nadal: el buen líder

Al parecer no todas las noticias son nefastas, pesimistas y patéticas, esta vez no. El pueblo español aplaude una vez más la victoria del número uno del tenis mundial, que tuvo lugar en Australia. Acostumbrados a verle triunfar en las pistas, Rafa Nadal nos vuelve a sorprender con su manera de comportarse, con sus gestos inigualables. Rafa goza de su victoria pero no la saborea plenamente pues detecta las lágrimas en su compañero, y sus palabras, lejos de la común arrogancia y altanería, abren paso al consuelo y al cariño del verdadero compañero. Lágrimas aquellas que no dejan de demostrar el lado más humano de los sentimientos, y que claramente Roger Federer como gran caballero quiso manifestar.

Rafa, no quiere ser el único protagonista y decide compartir los honores: propone a Roger Federer como candidato al Premio Príncipe de Asturias, una de las más prestigiosas distinciones que concede nuestro país. Rafa ya gozó, el año pasado de dicha distinción y no tiene la menor duda en que su máximo rival es la persona que la merece.

Este comportamiento tan ejemplar recuerda a lo que muchas personas anhelan, y es ese liderazgo que va más allá del prototipo líder de masas. Porque el liderazgo al que me refiero emerge desde el interior de la persona, no nace sino que se hace. Es un camino personal que se recorre sin prisa pero sin pausa; repleto de continuas acciones que se repiten una y mil veces, pero con una intensidad, calidad y sonido diferente; actúa como le dicen, dócil, sigue las pautas del trabajo en equipo, y siempre sabe sacar el mejor provecho de sus dones. La humildad del que se sabe en la verdad, así se expresaba Rafa ante los múltiples y halagadores elogios: “No hay que soñar mucho. No puedo creerme que soy el mejor, solo soy el más regular, pero eso viene y se va. Llevo cuatro grandes temporadas consiguiendo títulos importantes, pero uno nunca sabe cuándo termina”. Sólo el humilde sabe levantarse ante un fracaso; gestionar y tratar un éxito; revelar los talentos y capacidades de los compañeros, y   honrar a tu rival en tu victoria.

La victoria de Rafa no es un hecho aislado, ni un golpe de suerte. Es un programa de vida lleno de ideales, ilusiones y retos que afrontar pero siempre acompañados de una constancia en el trabajo, la lucha y el esfuerzo por mejorar cada día.

En nuestros días, ambicionamos personas con calidad humana como la que hemos podido contemplar en Rafa Nadal. Personajes que pasen a la historia porque han sabido triunfar sin humillar; que fomentan el entusiasmo con profunda visión de futuro, gestionando y perseverando en las dificultades; personas, al fin y al cabo, que saben ante todo preocuparse por el bien personal y moral de los demás.

 
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