Ramón y Vanesa

No son una pareja que haya saltado a la fama a raíz de alguno de esos programas de televisión basura que, desgraciadamente, tanto abundan y en los que se destripa, sin ningún tipo de pudor ni límites, la intimidad de las personas. Programas, por cierto, que todo el mundo afirma que no ve, y sin embargo, luego resulta que las audiencias dicen otra cosa. Una muestra clara del fariseísmo en el que viven algunos.

No, el caso de Ramón Gómez y Vanesa Vélez es muy distinto. Ellos son un matrimonio joven, con una hija de diez meses, que durante los últimos años han desempeñado el cargo de concejales del PP en el País Vasco: él, primero en el Ayuntamiento de Eibar y luego en el de San Sebastián; ella, en el de Lasarte. Tras la desarticulación del comando Donosti de ETA llevada a cabo hace dos semanas por la Guardia Civil se ha sabido que en los planes de la banda terrorista estaba el atentar contra ambos en el supuesto de que el sanguinario terrorista Iñaki de Juana Chaos hubiera fallecido como consecuencia de la huelga de hambre que estaba llevando a cabo en la cárcel y a la que puso punto final tras la decisión de Zapatero de atenuar su situación y mandarle a casa para que cumpliera en ella el año y medio que le quedaba en prisión.

Ramón y Vanesa ya habían comunicado hace unos meses a su partido la decisión de no volver a presentarse en las próximas elecciones municipales, porque sus fuerzas habían llegado al límite. Explican que ya estaban cansados de la presión psicológica que supone vivir con la amenaza permanente de saberse objetivos de ETA.

Se da la circunstancia que ambos habían dado el paso de dedicarse a la política tras el asesinato en enero de 1995 del joven dirigente del PP de Guipúzcoa, Gregorio Ordóñez. Quisieron entonces, de alguna forma, tomar del suelo la antorcha que había portado Gregorio, una antorcha de lucha por la paz y la libertad del País Vasco.

El caso de Ramón y Vanesa es paradigmático del verdadero problema de Euskadi y que no es otro que la falta de libertad para una parte importante, la no nacionalista, de la sociedad vasca. Una falta de libertad que en el caso de quienes quieren defender determinadas ideas, como es el caso de los cargos públicos o militantes del PP o del PSOE, lleva aparejado el riesgo de perder tu vida.

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¿Ha dicho algo el lehendakari Ibarretxe a raíz de conocerse la amenaza real contra este matrimonio de concejales del PP? Que se sepa, ni palabra. ¿Ha salido la patética portavoz del Gobierno Vasco, Miren Azcárate –la misma que echó la culpa a los miembros del Foro de Ermua de haber provocado la patada a los testículos sufrida por Antonio Aguirre- para condenar esta violación de los derechos humanos de dos representantes de la sociedad vasca? Por supuesto que la respuesta es también negativa. Y tampoco se sabe nada de que el dirigente del PSE, Patxi López, siempre tan dispuesto a reunirse con Otegui, haya tenido unas palabras de condena o de solidaridad. No, los actuales dirigentes del socialismo vasco han caído tan bajo en su quehacer político que seguro que esto les parece una menudencia. Ellos están muy ocupados con ayudar a Zapatero en su “proceso” de paz como para dedicarse a mostrar su apoyo a dos concejales de un partido que, según piensan, no hace más que poner palos en las ruedas, como es el PP.

Seguro que ni a Ramón ni a Vanesa les entristecen estas “ausencias”, que por otro lado son compensadas ampliamente con el afecto y el apoyo que la inmensa mayoría de españoles sentimos por ellos. Su decisión de dejar la política es absolutamente comprensible desde el punto de vista humano, porque a nadie se le puede pedir que sea un héroe. ¡Ojalá! recuperen la alegría de vivir, de sacar su familia adelante y si fuera posible, que un día no muy lejano puedan disfrutar de la libertad de la que desde hace años –al igual que otras muchas personas- han carecido y siguen careciendo en el País Vasco.