Siempre Así en Santander

A cielo abierto de noche agosteña brillaron los primeros acordes de la madrugada en el Real Club de Tenis de la Magdalena y en pocos minutos los chicos y chicas de Siempre Así lograron el milagro de meter el sur en el norte, Andalucía en Cantabria, con la facilidad de quien intenta hacer popular la felicidad sureña en la fiesta de la alegría. Les sobra gracia y les falta tiempo a estos majaretas sevillanos que, como niños, se comen el escenario con la ilusión del primer día, bailando y sonriendo, y transmitiendo optimismo a todo aquel que se aproxima a la feria.

La noche del pasado 7 de agosto en Santander estaba espesa en el cielo, oscura en el mar y cálida en la ciudad. Pero la luna iluminó el escenario, por alusiones, después de estallar en el club de tenis uno de los temas más populares de Siempre Así, "Si los hombres han llegado hasta la luna". Sevilla se hizo presente en dos gloriosas sevillanas -la segunda más hermosa aún que la primera-, y en otro de los clásicos del coro que dirige Rafa Almarcha, "Cuando vuelva a Sevilla en primavera".

Ellos nos hicieron reír con su naturalidad y su sentido del humor, y "las niñas de Siempre Así" nos emocionaron a traición con "Está la puerta abierta", "A mi manera" y "Para volver a volver", que sonaron como zarpazos desgarradores en una noche de calma y alegría. Y está bien. Porque también hay que saber cantarle a la tristeza y a la esperanza en tiempos mejores. Desde la versión rumbera de “I will survive” de Gloria Gaynor hasta las canciones infantiles de su disco “Nuevas canciones para padres novatos”, el grupo sevillano no desaprovechó ni una ocasión de sorprender al público cántabro o de poner a los jóvenes y mayores a bailar al ritmo de lo de mejor de su discografía. En un concierto que comenzó con una lección magistral sobre lo que es y no es el amor –“El amor es otra cosa”-, hubo tiempo para todo: la nostalgia, la felicidad, el amor, la soledad, la crisis –“Completamente tieso”- y la fiesta. Todo lo que sonó allí es también todo lo que somos. Nos vimos en cada estrofa. Nada nos resultó ajeno. Y esto, tan sencillo y cotidiano, está sólo al alcance de unos pocos artistas.

He escrito alguna vez que el mérito de Siempre Así es esférico, en el sentido de que consiguen hacer de su arte una pieza sin fisuras, cuidando cada uno de los detalles. Son así porque así son sus canciones y viceversa. Coherencia de ser y arte en cada disco, en cada canción. Y su directo, además de ser una gran fiesta, confirma esta forma de ser y de trabajar, y suma el aliciente de la asombrosa sinceridad y naturalidad de sus voces y sus emociones. El secreto de su éxito lo cantan en una de sus composiciones más populares: “puede ser que la tierra que nos vio nacer / sea cómplice en nuestra forma de ser / un poco trovadores y bohemios / locos enamorados”. Sea como sea, vienen de grabar uno de los mejores discos de su carrera, “El amor es otra cosa”. Lo saben y se les nota. Porque van 11 y no es fácil, en este país y a estas alturas.

En la recta final del concierto, Rafa Almarcha presentó a la banda uno a uno, ordenándolos por el número de hijos, de menos a más, para terminar haciendo un simpático guiño a Dodotis o a Prenatal, por si tuvieran la feliz idea de patrocinar al grupo de ahora en adelante, después del alarde. Ya en los bises, volvieron a subirse al escenario en tres ocasiones, culminando su actuación con la "Salve rociera", que el grupo accedió a cantar, después de la insistencia del público.

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Sonó la “Salve” con más fuerza que nunca en Cantabria y en toda España. Y así terminó el espectáculo. Con el público rendido y el grupo entregado, después de dos horas y media de baile, música y fiesta. Al fin, con las últimas notas de la "Salve rociera" el líder de Siempre Así afrontó el micrófono para dar las gracias al Club de Tenis y a Santander y para lanzar tres vivas. Viva la Virgen del Rocío. Viva Cantabria. Y viva España. Y respondimos a los vivas, desgañitándonos, antes de abandonar el lugar, mucho mejor de lo que entramos. Con la melancolía enterrada bajo los pies. Más felices. Más sonrientes. Y agradecidos, muy agradecidos, a Siempre Así y al Real Club de Tenis de la Magdalena, por la mejor velada musical del verano.

Después, mientras degustábamos un ron añejo en una barra próxima, lo comentamos con los ojos aún brillantes. Y es verdad. Hay conciertos que te cambian la vida. Que los podamos disfrutar por muchos años. Siempre Así.