Venecia, puerta abierta a Oriente: comercio por encima de cultura o política

Todo comenzó en 828. Según la leyenda, dos comerciantes venecianos decidieron apropiarse de las reliquias de San Marcos, que se encontraban en Alejandría, para ofrecer a su ciudad un santo patrón digno de las ambiciones de la Venecia de entonces.   No parece que los egipcios les reprocharan muy duramente esta osadía, pues la capital del Véneto pasó a convertirse en socio privilegiado de todo Oriente, controlando los intercambios comerciales y manteniendo buenas relaciones diplomáticas con el mundo musulmán, sin renunciar a su papel de defensor del cristianismo en Europa.   La exposición del Instituto del Mundo Arabe recorre la historia de la república veneciana, de 828 a 1797, principalmente a través de los regalos ofrecidos a sultanes y controladores de puertos, que normalmente se trataban de objetos de arte: tapices, pinturas, objetos de cristal o cerámica, etc.   Son 200 piezas procedentes de unos 60 museos e instituciones religiosas, entre las que destaca la cristalería de Murano, cuyos artesanos se apropiaron del savoir-faire de los artistas de Siria y Egipto.   También los cuadros permiten contemplar la influencia de la moda oriental en los maestros venecianos como Bellini, Carpaccio o Mantegna, que introducen guiños en sus pinturas religiosas, como los caballeros mamelucos que aparecen en La Natividad de Giovanni Manstreti, o retratan a los grandes hombres de la época, como el sultán Mehmet II, pintado por Gentile Bellini.

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