Zapatero y el PSOE, a lo suyo

Si alguien tenía dudas, estas ya han quedado despejadas. En medio de una gravísima crisis económica, con una cifra de parados que alcanza a 2.530.001 personas y que seguirá creciendo en los próximos meses, el Gobierno anuncia que va a proponer la modificación de la actual ley del aborto y la legalización de la eutanasia.

Es decir, ante un panorama de crisis económica, de descontento social, de desgaste político y electoral, la huida hacia delante de Zapatero y del PSOE consiste en una mayor radicalidad en cuestiones que son nucleares en la vertebración de la sociedad. Si en la primera legislatura, tras la victoria electoral del 14 de marzo de 2004, los proyectos estrella del actual Presidente del Gobierno fueron la ley que reconocía como matrimonio la unión de personas del mismo sexo, la ley de igualdad o la implantación de la asignatura “Educación para la Ciudadanía”, ahora le toca el turno al aborto, a la eutanasia y a la libertad religiosa.

Hay que reconocer al menos que ni Zapatero ni su partido tienen excesivos complejos ni miramientos cuando se trata de adoptar iniciativas que suponen profundos cambios en todo lo que hace referencia al campo de los valores y de los principios morales. En eso, a cada uno lo suyo, son coherentes. El proyecto del PSOE y de su líder es muy claro: cambiar la sociedad española en la dirección de convertirla en una sociedad impregnada de un laicismo radical, lo que conlleva adoptar toda una batería de medidas que vayan minando a la familia como institución básica de la sociedad, a la libertad de educación, al derecho a la vida, a la libertad religiosa. En definitiva, una sociedad sin Dios, sin referentes ni valores morales.

Los impulsores de este proyecto juegan, y ellos lo saben, con ventaja. Saben que actúan en una sociedad plana, adormecida, sin capacidad ni ganas de reaccionar, donde lo que prima es el consumismo, el vivir lo mejor posible, el llegar a final de mes con los menores problemas posibles. Una sociedad donde son minoría los que se plantean otro tipo de metas o de objetivos. También saben los socialistas, y esto no es difícil de constatar, que el “nuevo” PP de Mariano Rajoy no va a dar la batalla en estas cuestiones ya que sus estrategas piensan que si lo hiciera eso no les reportaría votos. Y como el objetivo de la actual dirección popular es llegar al poder como sea, se renuncia todo lo que haga falta a la defensa de unos valores que si preocupan  a una parte importante de su electorado.

Nadie en su sano juicio puede defender que la ampliación de la actual ley del aborto o la legalización de la eutanasia sean una prioridad de la sociedad española o que constituya un clamor social. Muy al contrario, los casos descubiertos hace muy pocos meses de fetos triturados y arrojados al cubo de la basura en algunas clínicas abortivas lo que provocó fue reabrir un debate sobre lo que en el fondo es el aborto: el asesinato de un ser inocente, el más inocente e indefenso de todos los posibles, por el hecho que todavía no ha visto la luz del día cuando es privado del don de la vida.

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Es indudable que al Gobierno socialista le viene bien lanzar a la arena este tipo de debates. Todo lo que sea distraer la atención del personal de los efectos tan negativos de la crisis económica, bienvenido sea. Pero el radicalismo con el que está actuando debería hacer reaccionar a muchos ciudadanos que no están para nada de acuerdo con este tipo de medidas. Es la hora de eso que ha venido en denominarse la “sociedad civil”. Es la hora del compromiso personal y/o colectivo para decir basta a unas políticas, a unas iniciativas legislativas que so capa de “progresismo” van minando los cimientos de una sociedad. Porque eso, más temprano que tarde, se acaba pagando. Mejor dicho, ya lo estamos pagando todos.