“Zapatero es muy cabezota”

Zapatero es muy cabezota”, me dice un socialista que ha compartido con él reuniones internas. Quienes le conocen aseguran que cuando al presidente se le mete una idea en la cabeza, no hay quién se la quite. Si se empeña en algo, no para hasta conseguirlo.

El de León ha puesto en práctica esta cualidad del empecinamiento esta semana, cuando ha anunciado que no va a haber ninguna crisis de Gobierno. Por mucho que se empeñen, señores, de aquí no se mueve nadie, ha venido a filtrar La Moncloa. Zapatero quiere ser el responsable de todo: de los fracasos y de los posibles éxitos que están por venir. Y ningún ministro va a abandonar el barco.

Zapatero tiene a día de hoy dos Ejecutivos claramente diferenciados:

-- El Gobierno duro. Compuesto por sus tres vicepresidentes: De la Vega, Salgado y Chaves. El económico y el territorial son los departamentos más criticados, pero ‘el jefe’ tiene un compromiso con cada uno de ellos. Salgado está recibiendo una avalancha de críticas y prescindir ahora de ellas sería enterrarla políticamente. El presidente esperará. Y “Manolo” es el presidente del partido. ¿Intocable? De momento, sí.

El resto del núcleo principal lo forman el incombustible e intachable Rubalcaba, el todopoderoso José Bono, el amigo Sebastián y la popular Chacón. Los cuatro son imprescindibles.

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-- El otro Ejecutivo, el blando, lo ocupan nombres de segundo nivel, donde las aguas están relativamente tranquilas. Unos ministerios de perfil bajo; algunos, mínimo. Que ni parten ni reparten en la política nacional. Vivienda, Igualdad, Medio Ambiente… meros departamentos sectoriales.

Zapatero nunca cambiará a los duros. Su gabinete es sólido en aquellos gabinetes de Estado. Los importantes. Allí tiene a sus peones: gente fiel dispuesta a gastarse y desgastarse por él. Por tanto, ¿qué sentido tiene hacer una crisis de Gobierno ahora? Ninguno. Los números unos están donde tienen que estar.

Creo que la cabezonería de Zapatero para no remodelar su gabinete ha sido un acierto. Apartar a De la Vega, a Salgado o ascender a Blanco implicaría tirar a la basura meses de trabajo. Vendría un nuevo ministro, quizás más popular, pero que impondría sus ideas. Y vuelta a empezar.

Para bien, o para mal, Zapatero tiene un núcleo duro unido. Una piña en torno a él. La próxima revalidad será en el Debate sobre el Estado de la Nación. Seguro que el presidente nos sorprenderá con alguna de las suyas.