Zapatero y el 14-M

La sociedad española en su conjunto acaba de dar, con motivo del primer aniversario del brutal atentado terrorista del 11-M en Madrid, otra muestra más de fortaleza moral, de pueblo que sabe sufrir y estar al lado de los directamente afectados por la barbarie y la sin razón del terrorismo, que no son otros que las víctimas.

Pero al 11-M del 2004 le siguieron tres días muy convulsos en la historia reciente de España, que desembocaron en la inesperada victoria del PSOE y de Zapatero el 14-M. Digo inesperada, porque antes del atentado terrorista, ninguna encuesta, ninguna, le daba como vencedor. Por lo tanto, negar a estas alturas que los que planificaron el atentado, tuvieron la clara intención y voluntad de incidir en ese resultado, cambiando lo que iba a ser un triunfo del Partido Popular y de su candidato a la Presidencia, Mariano Rajoy, puede ser un ejercicio de cinismo o de ceguera política, pero en ningún caso de análisis objetivo de lo que pasó.

Así lo pone de relieve una encuesta de "Sigma Dos" publicada el domingo por El Mundo: el 69% de los encuestados creen que Zapatero no hubiera ganado las elecciones sin el atentado del 11-M. Es más, el 47,9% consideran que el PP hubiese obtenido mayoría simple y el 21,2%, mayoría absoluta, si no se hubiese producido el atentado. Sólo el 20,5% piensa que el PSOE hubiese ganado esas elecciones por mayoría simple y el 4,5% por mayoría absoluta en esas circunstancias.

Esta es la triste realidad en la que vive Zapatero y su Gobierno pasado un año de las elecciones. Ellos y sus palmeros mediáticos no se cansan de repetir que mientras que el PP no acepte los resultados del 14-M no tendrán posibilidad de recuperación y de intentar volver a gobernar. Argumentación claramente peligrosa, porque por los mismos motivos se le puede reprochar al PSOE y al actual Presidente del Gobierno que mientras ellos no acepten que su victoria estuvo cimentada en la tragedia, en el impacto emocional y en la manipulación que algunos hicieron del atentado terrorista, tendrán toda la legitimidad que se quiera, pero no tendrán la autoridad moral necesaria para dirigir y gobernar un País que fue sometido al mayor atentado terrorista de su historia.

Por eso es por lo que los ciudadanos tenemos todo el derecho a seguir exigiendo que se llegue al fondo de lo que pasó el 11-M y los días posteriores. ¿Quién fue el autor intelectual del atentado? ¿dónde se  planificó? ¿qué mente perversa decidió que fuera precisamente tres días antes de las elecciones generales? ¿hubo participación, por acción u omisión, en la masacre de países extranjeros supuestamente amigos, de sus Servicios de Inteligencia?

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de derrapes en el centro de un pueblo de Lugo

 

Las víctimas de aquella masacre tienen el derecho de saber la verdad. Es algo de estricta justicia. Y el resto de los españoles queremos también saber la verdad. Fue muy grave lo que pasó. Desde luego, lo más terrible, la pérdida de 192 vidas humanas y varios miles de personas heridas. Pero también, en otro plano de gravedad, no podemos conformarnos con que los terroristas, sus inductores, se hayan salido con la suya, en el sentido de condicionar, de modificar, la voluntad de los ciudadanos.

Por eso, Zapatero, que llegó a la Presidencia del Gobierno en esas condiciones, es el primero, que por una obligación ética, moral y democrática, debe de impulsar el que se llegue al fondo de la cuestión y que se conozca toda la verdad. Hasta ahora, ni él, ni su partido, han dado muestras de quererlo. Su actitud obstruccionista en la comisión de investigación del 11-M, deja mucho que desear. Su política de dividir a las víctimas del terrorismo, aupando a un primer plano a las del 11-M en detrimento de las víctimas de ETA, resulta rechazable.

Seguramente, el líder del PSOE, en lugar de facilitar ese conocimiento de toda la verdad, optará por seguir viviendo en un mundo feliz, propugnando tonterías "intelectuales" como la de la "alianza de civilizaciones". Pero siempre le acompañará la certeza ciudadana de que su victoria electoral estuvo cimentada sobre los rescoldos de un brutal atentado terrorista y sobre la manipulación que algunos de su entorno político y mediático hicieron de esa tragedia. ¿Merece la pena? Depende de las prioridades, y de los principios éticos y morales que cada uno tenga.