Con Zapatero

Es momento de lealtades políticas. De grandeza política, como dicen los ministros instantes antes de cometer un delito. Es momento de fidelidad. Y no voy a faltar a la cita. Estoy con Zapatero. El presidente del Gobierno debe resistir en el puesto hasta las próximas generales. Y después, si es posible, volver a presentarse y gobernar España durante, al menos, quince o veinte años más. El mejor mandatario de la historia de España no puede irse así, con las manos vacías. Debe llevarse nuestro agradecimiento y nuestro homenaje. Que la ultraderecha más radical y cavernícola del hooligan Mariano Rajoy haya ganado las elecciones no puede empañar su espléndida trayectoria. Qué pronto se olvida lo bueno. Recordemos algunos hitos de estos siete maravillosos años.

Zapatero es gran gestor. Me sumo a la teoría económica que señala que el buen gestor no es el que más ahorra, sino el que invierte con mayor inteligencia. Durante las dos últimas legislaturas, el gobierno socialista ha invertido con gran inteligencia. Así lo corroboran, entre otros muchos, países como Túnez (300 millones), los pinganillos y traductores del Senado (120.000), los fabricantes de carteles publicitarios para el Plan E (46 millones), y los homosexuales de Zimbaue (28.810).

El balance de estos siete años de gestión de Zapatero es impecable. Cumplió todas sus promesas electorales. Situó a España de nuevo en el mapa de Europa, ya que como saben, hasta el 2004 estuvo en el de Oceanía. Retiró las tropas de Irak y las mandó a Afganistán y Libia. Y no alcanzó el pleno empleo, por no aparentar. No hay que olvidar que ante todo es el presidente de la humildad y el talante. Prometer el pleno empleo y cumplirlo es una desconsideración inaceptable hacia nuestros colegas irlandeses y nuestros amigos lituanos, que atraviesan serias dificultades en este aspecto. Más que una desconsideración, una agresión.

Durante su mandato, nunca ha dudado en defender el derecho a la vida. Especialmente el derecho a la vida de los terroristas en huelga de hambre y el derecho a la vida de los piratas somalíes. Además, inventó un matiz en este derecho, que supone todo un avance en innovación social. Me refiero al derecho a la buena vida, al que se han acogido numerosos cargos públicos en Andalucía. Esto ha dinamizado profundamente la industria hostelera del sur, logrando que decenas de marisquerías alcancen hoy cifras de facturación históricas e irrepetibles.

Su pacifismo es, a estas alturas, tan indiscutible como su feminismo. No en vano, el líder socialista fue el primero en redefinir el concepto de “paz”, que desde 2004 significa exclusivamente “Plataforma de Apoyo a Zapatero”. Una gesta que Gandhi, por ejemplo, jamás podría haber logrado, salvo cambiando su nombre por el de Zandhi, algo a lo que al parecer no estaba dispuesto.

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Zapatero ha renunciado siempre a la mentira como arma política. Nunca ha mentido a la oposición, ni a la ciudadanía, ni por supuesto a los suyos. En realidad, Zapatero y la verdad forman un matrimonio indisoluble, celebrado en marzo de 2004, en una ceremonia oficiada por el maestro Rubalcaba. El fruto de ese matrimonio ha brillado en la actualidad política española desde entonces.

Zapatero es también un poeta. Entre la temática habitual de sus poesías se encuentra la naturaleza, el viento, y la propiedad de la tierra. Ya en su toma de posesión dejó entrever su habilidad para el lenguaje poético, al desvelar su ideario: “un ansia infinita de paz, el amor al bien y el mejoramiento social de los humildes”. Esto último no ha dejado de cumplirlo durante todo su mandato. En contra de lo que se dice en ciertos periódicos, los cinco millones de parados no merecen mejora social alguna, porque no son humildes, son bellacos. La prueba es que ya no le votan.

Zapatero ha sido el mejor embajador de la libertad. Los fumadores, los conductores y los internautas, son sólo tres de los muchos colectivos que le estarán eternamente agradecidos por su valiente y desinteresada contribución a la causa de la libertad personal. Y todo lo ha hecho por nuestro bien. Resulta tan emocionante.

Zapatero es, en fin, una bendición para los españoles. A él tendremos que agradecerle, finalmente, lo mismo que a Llamazares en su día: la desarticulación de su propio partido. Un último gesto de su buena voluntad. A lo mejor la refundación socialista le brinda a España la oportunidad de contar con una izquierda honrada, integradora, y nacional. Rubalcaba y Chacón ya trabajan en ello. En serio. No sé de qué se ríen.