Sin agua y sin ley

No se aprecia sino lo que nos falta, y por ello algunas catástrofes muestran la necesidad del orden y de la ley. Los grupos de macheteros campando por sus respetos por todo Puerto Príncipe ilustran más la necesidad de autoridad pública que todos los manuales de teoría política.

Creo que la respuesta a la catástrofe por parte de los coordinadores internacionales y de muchos gobiernos no ha apreciado suficientemente que probablemente, en los primeros momentos, junto a los equipos de urgencia y de rescate, era imprescindible una suficiente fuerza armada, habida cuenta de que el Estado Haitiano, si alguna vez existió, sencillamente se había derrumbado. Fue muy gráfico el comentario de los supervivientes españoles, “si intentas repartir ayuda sólo te matan”. Así cada cooperante debió ir acompañado al menos por un soldado y desde luego bajo un mando internacional coordinado.

En este sentido si Haití está marcado por un terrible destino, un “ate” que le acompaña desde su independencia, al menos se ha dado la circunstancia afortunada de que en su territorio se encuentran cuarenta y cinco mil ciudadanos americanos. Esto explica el rápido envío de tropas que son la única posibilidad de que se rompa el terrible cuello de botella en el que se ha convertido el aeropuerto, saturado de ayuda humanitaria que no se puede repartir, de periodistas de todos los medios imaginables y últimamente de políticos.

En efecto si hace falta coordinación efectiva y fuerza armada que permita a quienes han acudido con su mejor intención realizar su labor encomiable, creo que en cambio sobran la enorme cantidad de políticos que aterrizan y despegan desde el desastre. Todavía entiendo que la Clinton con un portaaviones, un barco hospital y varios miles de marines vaya a entrevistarse con el presidente haitiano pero no entiendo las fotos de tantos y tantas que con apenas un centenar de cooperantes sobre el terreno, concentran la protección armada para sacarse fotos con unos grupos de ayuda que estarían mejor y más tranquilos dedicados a sus actividades.

Si las llamadas en directo de todo jefezuelo de taifas que tienen un bombero en Haití, son muy discutibles, (desde mi punto de vista un espectáculo obsceno) peor es el paseo para “coordinar” lo que debería coordinarse sólo por mando técnicos inmediatos. La foto con el damnificado o con el rescatador es un vicio inmemorial que sigue cumpliendo su función. En el mejor de los casos convierte al preboste en una nueva carga para los responsables de la gestión inmediata que deben estar sobresaturados.

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