El alcalde de París no tiene quien le quiera

El alcalde de París últimamente no tiene quien le quiera. Le llaman “el reyezuelo que vacila”, “arrogante”, “receloso”, “personalista”, “colérico”... y desde la oposición le han bautizado con toda ironía “Bertrand el virtuoso”.

Cierto es que algo se le vio el plumero a Bertrand Delanoë cuando al perder la adjudicación de los Juegos Olímpicos 2012 para París, acusó a los británicos de haber hecho trampas. Fue un berrinche muy feo, aunque comprensible: de un plumazo le arrebataron no sólo los Juegos Olímpicos sino, y ahí es donde más le dolió, su futuro como jefe de Estado, pues la alcaldía no era más que un trampolín para saltar al Elíseo.

Ahora reprochan al alcalde los atascos en la ciudad, la falta de guarderías y su obsesión por las fiestas (de vecinos, del tranvía, del árbol, de los voluntarios, de la bicicleta, de balcones con flores, del pan...). Sophie Coignard acaba de publicar “Le marchand de sable” (“El mercader de arena”), todo un repaso a la política del que surgió como esperanza de cambio para los parisinos y se ha convertido en su obsesión.

Esto no quiere decir que su equipo no obtenga también buenos resultados. Al menos en el ámbito cultural se están apuntando algunos tantos, como las dos exposiciones gratuitas abiertas en las salas del ayuntamiento. Una, dedicada a Willy Ronis, “el más parisino de los fotógrafos”. Es una delicia recorrer setenta y cinco años de trabajo fotográfico, y especialmente las imágenes del París de los años 40 y 50 que muestran la grandeza de las pequeñas maravillas cotidianas.

La segunda exposición, “Paris au Cinéma”, es un gran proyecto, aunque la materialización no está a la altura de la idea. Aún así, merece la pena descubrir los trailers de tantas épocas que muestran cómo París, como ninguna otra ciudad, ha sido elegida por cineastas del mundo entero como escenario de sus obras: Roman Polanski, Sacha Guitry, Claude Chabrol, Woody Allen, Vicente Minnelli, Luis Buñuel, Willaim Wyler y François Truffaut son algunos de ellos.

 
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