Un año duro

         El voluntarismo es una característica muy propia de las personas a las que coloquialmente se les llama “buena gente”, donde se combinan dosis de buenismo, de ingenuidad, de no querer ver la realidad, cuando no ignorarla. Algo de esto ha sucedido en estos días con motivo del cambio de año. No hay ningún dato objetivo que indique que el 2010 vaya a ser mejor que el 2009. Pero, a pesar de ello, se hace un esfuerzo por pensar que no va a ser así, que algo mejorará, que no es posible que las cosas sigan tan mal como están actualmente. Lo dicho, puro voluntarismo.

         Me refiero, obviamente, al terreno de lo cotidiano, de lo tangible, de lo material, porque si se introduce otro tipo de variables, como pueden ser las creencias religiosas de las que se derivan una actitud mas esperanzada ante el futuro, entonces estamos hablando de otra cosa. Claro que hay personas que aplican esos parámetros de lo trascendente, de lo sobrenatural, para superar o enfocar de otra manera el actual estado de cosas. Eso es muy legítimo, pero no todo el mundo funciona con esos esquemas.

         La realidad es que en España  hay actualmente cuatro millones largos de personas que no tienen empleo; que son ya cientos de miles de hogares donde ninguno de sus integrantes tienen trabajo; que las previsiones de todos los organismos nacionales e internacionales serios y solventes indican que en el año que acaba de comenzar se seguirá destruyendo empleo y que no es descabellado pensar que se llegará durante el 2010 a la escalofriante cifra de cinco millones de parados.

         Siendo esto lo peor y el lado más horrible de la crisis económica, sin embargo hay más. Hay un Presidente del Gobierno que día tras día está demostrando su incapacidad y su insolvencia para estar al frente de la nave en un momento de tanta turbulencia. Un Presidente que durante los próximos seis meses va a estar subido en la nube de la Presidencia de la Unión Europea, intentando –eso ha dicho sin mover un músculo- sacar a Europa de la crisis económica. Imagínense la risa floja que le debe haber entrado a Ángela Merkel o Nicolás Sarkozy al oír esta declaración de intenciones de quien en la última campaña electoral prometió a los españoles el pleno empleo.

         Lo peor es también que la oposición al peor Gobierno que ha tenido España en muchos años deja también bastante que desear. El único objetivo de Rajoy es llegar a la Moncloa en el 2012 y a ese objetivo supedita toda su actuación, sería más correcto decir su inacción política. Confía en el desgaste natural, acentuado por la crisis económica, de su adversario, y la intención de voto que indican las encuestas parece darle la razón para que siga haciendo el “don Tancredo”. Aunque yo que el no me fiaría mucho, porque  aunque tenga cinco-seis puntos de distancia en las encuestas, la potente y eficaz maquinaria de propaganda de la PSOE es capaz de recortarla a nada que en el 2011, la situación económica empiece a repuntar.

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         En otros terrenos, como pueden ser el de la cohesión nacional, donde hay que soportar la chulería, el chantaje y el desdén de los grupos nacionalistas, el de la igualdad de todos los españoles ante la ley, el del derecho y la posibilidad de hablar el castellano en cualquier lugar del territorio nacional, el de la corrupción de la clase política, el de la barbaridad que supone la nueva ley del aborto, los aires tampoco soplan de forma positiva.

         Lo dicho: sólo desde el voluntarismo se puede pensar que el 2010 va a ser un buen año. Sinceramente creo que en el fondo, muy pocos lo piensan. Pero, en cualquier caso, para estos pocos y para el resto los mortales, ¡feliz año! y que Dios reparta suerte.