A la calle, de nuevo, con las víctimas

Por tercera vez en el plazo de un año, las víctimas del terrorismo han vuelto a convocar a los ciudadanos para que salgan a la calle y apoyen su petición dirigida al Presidente del Gobierno de que no negocie con la banda terrorista ETA.   La primera convocatoria realizada por la Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) tuvo lugar en junio del pasado año; la segunda, en febrero de este año y ahora, el próximo sábado, la citada Asociación ha convocado una concentración en la madrileña Plaza de Colón a las seis de la tarde, bajo un doble lema: “Negociación, en mi nombre, no” y “Queremos saber la verdad”.   Si las convocatorias de junio del pasado año y de febrero de este, estaban plenamente justificadas ante el temor existente de que Zapatero podía estar inmerso en un proceso de negociación con ETA, ahora ya no hay ninguna duda, a la vista de los pasos que el Presidente y su partido han dado desde que la banda terrorista declaró el “alto el fuego permanente” el pasado 22 de marzo.   Tres hechos muy graves, que confirman plenamente los planes negociadores de Zapatero, han tenido lugar esta última semana. El primero, el anuncio hecho el pasado martes por el inane secretario general de los socialistas vascos, Patxi López, de que su partido iba a mantener una reunión oficial con la ilegalizada Batasuna a la que consideraba nada más y nada menos que un “interlocutor válido” en el mal llamado “proceso de paz”. La gravedad de este anuncio aumentaba ante el hecho de haber sido realizado sólo tres horas después de que Zapatero y Rajoy -¡que gran error cometió el líder del PP- pasaran no ya de puntillas, sino que sobrevolaran, a la cuestión de ETA en el “cuerpo a cuerpo” que habían mantenido en el Debate del Estado de la Nación.   El segundo hecho grave fue consecuencia del primero. Rajoy se consideró, y con razón, engañado por Zapatero y como además, el Presidente respaldó públicamente al día siguiente ese encuentro entre el PSE y Batasuna, el líder de la oposición anunció que se consideraba liberado de su compromiso de apoyar al Gobierno en el, reitero, mal llamado “proceso de paz”. Es decir, volvía a saltar por los aires el frágil consenso y acuerdo que el anuncio de “alto el fuego permanente” de ETA había conseguido labrar entre los dos grandes partidos nacionales.   Por si los dos anteriores hechos no fuesen ya de por sí suficientemente preocupantes, quedaba un tercero: la decisión del juez de la Audiencia Nacional, Fernando Grande Marlaska, de dejar en libertad al líder de Batasuna, Arnaldo Otegui y a otros siete dirigentes de la coalición abertzale. Una decisión en la que lógicamente tuvo mucho que ver la enorme presión ejercida los días anteriores por el Gobierno y por sus medios de comunicación más próximos. Esa presión se materializó en la no petición por parte de la Fiscalía de medidas cautelares contra los miembros de Batasuna.   Es decir: Zapatero legaliza “de facto” a Batasuna al permitir e impulsar la reunión de su sucursal vasca con quien hoy por hoy sigue siendo el brazo político de ETA; al Presidente no le importa perder en este proceso el apoyo del principal partido de la oposición y logra, a través de un “pressing” sin precedentes, condicionar la decisión de un juez de la Audiencia Nacional, decisión que es interpretada por la propia Batasuna como un reconocimiento “de facto” de su legalidad.   Si antes de estos hechos, todavía quedaba algún ingenuo que no creyera que el Presidente del Gobierno está dispuesto a pagar un precio político para que ETA deje de matar; si todavía alguien pensaba que Zapatero no iba a pisotear la memoria, la dignidad y la justicia de las víctimas del terrorismo, creo que después de lo sucedido la pasada semana, los ingenuos habrán dejado de serlo.   Por eso, y ante el hecho de que las elecciones generales, que será el momento oportuno y democrático para que los ciudadanos puedan castigar a quien está cometiendo tantas tropelías, están todavía a casi dos años vista –eso siempre que el Presidente no las adelante- uno de los pocos recursos que le quedan al ciudadano de a pié es salir a la calle y manifestarse libremente contra la indignidad que está llevando adelante Zapatero. Algunos pueden pensar que sólo con eso no es suficiente y quizás tengan razón, pero de momento, es lo que hay. Y sobre todo, a las víctimas del terrorismo, convocantes de esta tercera manifestación contra los planes negociadores del Presidente, no podemos dejarlas solas. No se lo merecen. Tienen que sentir el aliento, la solidaridad y el apoyo de los españoles. Por ello, el próximo sábado, todos tenemos una cita llena de contenido moral y democrático en la Plaza de Colón de Madrid.

 
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