¡La cultura francesa no ha muerto! Pero ya no es lo que era

¡La cultura francesa no ha muerto! Gritan airados en Francia en respuesta a un reportaje que le dedica la revista Times afirmando lo contrario.

Para ver quién tiene razón, basta aplicar la prueba que sugiere la edición europea de Times: “Rápido, diga el nombre de un artista con vida o de un escritor francés que tenga importancia a nivel mundial”. Y sólo pide un nombre...

Le Figaro ha reaccionado, publicando una doble página con las proezas culturales galas. Y la verdad es que lo tienen difícil. Cierto es que está el arquitecto Jean Nouvel o los Daft Punk y su música tecno, pero cuando hablan de sus intelectuales, resulta difícil asimilar la comparación, en cuanto a reconocimiento universal, de Jean-Luc Marion o Marcel Gauchet, frente a los desaparecidos Aron, Foucault o Sartre. Y cuando habla de la “excepción próspera” del cine y la música pop no se lo creen ni ellos, como lo demuestra que en el suplemento de televisión que Le Figaro ofrece esta misma semana se puede leer hablando de los buenos resultados tanto en Francia como en el extranjero de la serie televisiva “Sous le soleil”: “Un éxito único dentro de la Producción Audiovisual Francesa ya que la producción nacional, salvo raras excepciones no suele ser muy comercial”. ¿Por qué será?

Hay mucho gracias a las generosas subvenciones y medidas protectoras que ofrece el Estado, pero la cantidad no significa siempre calidad. La revista Times habla de las 727 novelas que se han publicado este otoño y de los más de 900 premios literarios (casi uno por pueblo) que se conceden cada año, pero sólo media docena de los autores de temporada lograr publicar fuera de Francia. Francia presume de contar con doce Premios Nobel de Literatura, más que ningún otro país, “aunque el último, Gao Xingijian escribe en chino”, somo subraya sibilinamente TIMES.

Y para hablar de cine, Francia tiene que recuperar su Nouvelle Vague de los años sesenta, cuando directores como François Truffaut o Jean-Luc Godard dictaban las normas cinematográficas. Hoy, la mayoría de las películas francesas son obras “melifluas-de-bajo-presupuesto”. Se producen hasta 200 por año, más que en ningún otro país de Europa, pero la prueba de su calidad también la marcan las taquillas y estas no engañan: a pesar de las medidas de protección que rodean las películas francesas, la mitad de las entradas compradas por los franceses corresponden a películas americanas.

Le Figaro insistirá en que la “creatividad francesa se exporta bien”, pero hay que reconocer que ya no es lo que era.

 
Comentarios