El desenfoque de Rajoy

Mariano Rajoy está dando la razón a pasos agigantados a quienes piensan que tenía que haber iniciado, después de perder las elecciones el 9-M, una retirada ordenada y dar paso a otro líder en el PP que pueda enfrentarse con más garantía de éxito a Zapatero en las elecciones generales de 2012.

Su último error, y por lo tanto no el único, han sido esas declaraciones desabridas, sin mucho sentido, que sólo se pueden explicar desde el nerviosismo y la debilidad, invitando a Esperanza Aguirre a irse a un partido liberal, si no se encuentra a gusto el seno del PP.

Es una declaración realmente sorprendente por parte de quien acaba de perder, por segunda vez consecutiva, unas elecciones generales frente al PSOE y frente a Zapatero. Se supone que lo que tendría que hacer Rajoy, una vez que ha tomado la decisión, harto discutible, de quedarse, es intentar integrar a todos los pesos pesados de su partido, a todas las sensibilidades ideológicas, y no cabe ninguna duda, que la Presidenta de la Comunidad de Madrid tiene peso y representa al ala liberal del PP.

Transcurridas seis semanas desde su derrota electoral, Rajoy debe de haberse dado cuenta del calvario que ya le está tocando vivir. Es de esperar que sea consciente que aunque varios “barones” de su partido le han expresado públicamente su apoyo, esas cosas pueden cambiar de la noche a la mañana, y más cuando un partido ha entrado en un periodo de crisis como es el caso de los populares.

Al mismo tiempo, Rajoy puede estar percibiendo la sensación que cada día es mas evidente en el votante, que no en el dirigente o en el “aparatero“ del PP, y que no es otra que con él como candidato, no se van a ganar las elecciones de dentro de cuatro años. Quizás ya sepa que un número no desdeñable de esos votantes no volverían ahora a darle su confianza, optando por la abstención o por el partido de Rosa Díez.

Vídeo del día

Al menos 16 muertos en el incendio de
un centro comercial en China

 

Quizás Rajoy no acepte todavía, pero tendrá que acabar haciéndolo, que el nombramiento de Soraya Sáenz de Santamaría como portavoz en el Congreso y del equipo del que esta se ha rodeado, ha sido un error y ha producido en la opinión pública una pobre impresión, de falta de liderazgo, de amiguismo.

El que fuera secretario general del PP y Vicepresidente del Gobierno con Aznar, Francisco Álvarez Cascos resumió hace unos días, de forma tan cruda como acertada, la “filosofía” que había presidido esos nombramientos: “los noviciados y catecumenados se hacen en la bancada y no en los puestos de responsabilidad”, añadiendo que “la política no es cuestión de oposiciones y de amistades, sino de sentido común y de experiencia. Con afinidades personales no se gana”.

No se están haciendo bien las cosas en el PP y el principal responsable de ello es Rajoy, aunque no el único. A estas alturas ya nadie piensa que la solución sea un Congreso en el que el político gallego pudiera ser elegido con un apoyo más o menos mayoritario. El PP necesita mucho más. Necesita un auténtico debate interno que marque en primer lugar su rumbo ideológico, que ponga el acento en los grandes y graves problemas que afectan a España y una vez determinadas ambas cuestiones, pensar en las personas más idóneas y solventes para llevar adelante ese proyecto. Pero si se empieza la casa por el tejado, el derrumbe está asegurado y los más de diez millones de españoles que confiaron en el PP el pasado 9-M no se lo merecen.