El encuentro del Rey con Suárez

En medio del clima cainita que ha caracterizado la política española en los últimos años, la foto de hace muy pocos días del Rey Don Juan Carlos paseando con el ex –presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, por el jardín de la casa particular de este, supone un bálsamo y transmite la imagen de que en política, como en otros órdenes de la vida, la relación humana, personal, el respeto, el afecto y el cariño son valores que no están reñidos con la lógica discrepancia que se debe dar entre opciones políticas diferentes.

Pero en el encuentro entre el Rey y Suárez hubo mucho más. Todo el mundo sabe que el ex –presidente sufre desde hace algunos años una enfermedad que le ha llevado a perder casi por completo la memoria y a no reconocer habitualmente a las personas con las que se relaciona. Todo eso lo padece Adolfo Suárez, después de haber sufrido –y entonces si estaba en perfectas condiciones- la grave enfermedad de su mujer, Amparo Illana, a la que se dedicó en cuerpo y alma los últimos años de vida de esta y el cáncer de una de sus hijas.

Por eso, el gesto del Rey de ir al domicilio particular de Suárez, con la disculpa de entregarle la insignia del “toisón de oro”, reviste una profunda humanidad. Porque con toda seguridad, lo que el Rey quería era estar, vivir, disfrutar unos instantes con quien fuera el primer Presidente del Gobierno de la democracia, el que llevó a buen término el exitoso proceso de la transición política en España.

Sabidas son las diferencias que en su momento tuvieron el Rey y Adolfo Suárez. Eso ahora es indiferente. Lo importante, lo realmente trascendente es que el ex –presidente del Gobierno sienta, en la persona de Rey,  el cariño y el afecto que le tenemos muchos españoles, amén de un profundo agradecimiento por la tarea política que llevó a cabo.

Ha contado su hijo, Adolfo Suárez Illana, que su padre se mueve desde hace tiempo en el terreno del cariño, del afecto. No recordará acontecimientos de su vida, no hilará pensamientos profundos, no podrá mantener conversaciones, pero sin embargo, si responde positivamente a esos estímulos más personales, de quienes tienen ocasión de estar con el.

En el paseo del Rey con Adolfo Suárez por los jardines de su casa; en esa foto en la que se les ve de espaldas, con el brazo de Don Juan Carlos abarcando el cuello de su acompañante, estábamos representados muchos españoles que, reitero, le queremos agradecer a Adolfo Suárez, que hace treinta años pilotara, junto al Rey, la transición política en nuestro País. Y que lo hiciera desde un espíritu de reconciliación, de superar heridas del pasado, de entendimiento entre diferentes, que ha sido muy positivo para España.

Personalmente, la instantánea de Don Juan Carlos con Adolfo Suárez me emocionó, me pareció enormemente positiva por ser portadora de unos valores que siempre deberían estar presentes en la convivencia y más específicamente en la vida política.

 
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