En forma a los 30

Es como esos vídeos de gimnasia para adelgazar que siempre están protagonizados por chicas delgadísimas que no necesitan perder peso. Las librerías están llenas de obras como “Manténgase en forma a los 60”, “Envejecer sin botox”, “Ser centenario no es un calvario”, y “Aprenda a conservarse en formol”. Todo esto resulta un grave desajuste editorial, porque lo único cierto es que la mayoría de las personas de 60 están sanísimas, mientras que los que abrazamos la treintena estamos hechos polvo.

Asustado por las primeras canas, el joven de 30 años cree que la solución a todos sus males pasan por el gimnasio. Convencido de tal insensatez, se lanza a hacer tres horas de ejercicio diario con un breve descansito de dos minutos para comer media manzana en ayunas. Grave error. El gimnasio convierte a un treintañero con canas, dolor de riñones, y el corazón hecho un desastre, en un treintañero con canas, dolor de riñones, el corazón hecho un desastre, y una lumbalgia crónica.

Se oculta frecuentemente que el noventa por ciento de los accidentes mortales que se producen fuera del trabajo ocurren en el interior de un gimnasio. Y el diez por ciento restante, en el interior de una piscina olímpica. Entre las causas de mortalidad en actividades deportivas amateurs se incluyen, por este orden: succión de las dos piernas en la cinta de correr, caída del “climber”, impacto de una bicicleta estática contra otra, ingesta accidental de mancuerna, y accidente mortal por resbalón en el pasillo de entrada a la sauna.

Quienes logran esquivar la tentación del gimnasio, terminan haciendo footing por la calle, que es una forma de tortura moderna consistente en correr irracionalmente en cualquier dirección sin un tigre de bengala detrás. A los treintañeros que salen a corren por la ciudad los domingos por la mañana se les distingue en seguida porque dejan un rastro de olor Jack Daniels que no evoca precisamente los entrenamientos de un atleta olímpico. Sí evoca, en cambio, los de algún equipo de fútbol de Primera División, pero ese es otro asunto.

El tipo de treinta años lleva inevitablemente una vida mucho menos sana que el de sesenta, lo que le conduce a ingresar en la élite de los colectivos de riesgo de todo tipo de enfermedades mortales. La cuesta abajo es irreversible. Envejecer es, precisamente, asumir que nos vamos haciendo tan torpes como el día en que nacimos. El verdadero problema del hombre que ha superado los 30 años es que se considera joven, cuando hace mucho que dejó de serlo. La juventud de los treinta es sólo un espejismo. A los 30 sólo quedan 25 años de vida hasta los 55, que es la edad en la que empiezan en España los problemas de salud realmente importantes, según los últimos indicadores.

Puede que la ministra de Sanidad no comparta esta opinión, pero creo que la mejor forma de mantenerse con buena salud a los 30 es aumentar ligeramente el consumo diario de cigarrillos y, al mismo tiempo, propiciar al máximo la vida sedentaria. En cuanto a la comida, en esta época crecen notablemente las necesidades alimentarias, por lo que conviene cuidarla especialmente. El ketchup y la salsa barbacoa constituyen una fuente riquísima de calorías, aunque sea esa su única virtud. A los treintañeros que necesitan adelgazar, siempre les recomiendo empezar el día con un chupito de Ketchup en ayunas. Si usted es capaz de ingerir eso nada más salir de la cama, no creo que le apetezca comer nada durante el resto del día. Después está Pilates, Aristóteles, la Dieta del Cacahuete Pelado y todas esas cosas que se han inventado no para estar en forma, sino para que alguien compre las revistas de belleza cuando se terminan las promociones de chanclas, gafas de sol y pamelas gratuitas. No caiga en la trampa. Además, si lo que le preocupa es el sobrepeso, tengo la solución definitiva. He comprobado que ingerir diariamente diez litros de Coca Cola Light adelgaza. Si los bebe de un solo sorbo y sin respirar, adelgaza muchísimo más. De hecho, adelgaza para siempre.

Mi consejo es que no se obsesione con vivir en la eterna juventud. Si se siente mal, se fatiga, sufre jaquecas, y le agota levantarse de la cama cada mañana, sepa que no está solo. Tranquilícese. Dentro de treinta años todo habrá pasado y estará hecho un chaval. Y tampoco se vuelva loco con su figura. Considere que desde que se inventó el PhotoShop ninguna persona sensata se gasta cuarenta euros en sustituir el almuerzo por una barrita mágica de chocolate y muesli.

 
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