Una ley diferente en Cuba

El proyecto de ley HR 4645 para la “reforma de las restricciones de viajes y la ampliación de las exportaciones a Cuba” presentado por los representantes Peterson (demócrata) y Moran (republicano) en el Comité de Agricultura de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, y copatrocinado por 62 congresistas de ambos partidos, fue aprobado el 30 de junio. Contaba con el apoyo de 130 organizaciones agrícolas, empresariales, de política exterior, seguridad nacional y derechos humanos, religiosas, laborales y otros grupos. También desde la isla-nación 74 conocidos integrantes de la sociedad civil de diversas posiciones políticas, enviamos una carta a título personal apoyando el levantamiento de las restricciones.

Durante muchos años, legisladores, hombres de negocios, y ciudadanos norteamericanos de diversas esferas procuraron esta ley, sin que pudieran avanzar en su aprobación. Aunque aparentemente se trata sólo de un asunto interno de Estados Unidos, para los cubanos tiene gran importancia porque podría repercutir positivamente en la apertura de la cortina de hierro que nos ha mantenido encerrados herméticamente desde hace 51 años. Ese concepto se perdió cuando acabó la guerra fría, pero no para nosotros, pues la confrontación con “el imperialismo yanqui” continuó sirviendo de pretexto al gobierno totalitario para justificar sus desaciertos en todos los campos y la represión. 

El poder absoluto no admite el libre flujo de ideas ni la información. Esas serían los primeros boquetes a la cortina de hierro que abrirían los norteamericanos, cuando lleguen en grandes cantidades. Hasta en las más simples conversaciones siempre habría un tendido de puentes entre nuestras culturas, conocimiento directo e intercambio de experiencias. Lo que allá se da por sentado, aquí está prohibido o no existe.

Además, siempre hemos reclamado que se cumpla el artículo 13 de la Declaración Universal de Derechos Humanos sobre el derecho a salir y entrar libremente al país propio, que se nos niega según determinen las autoridades. Entonces como entender que los ciudadanos norteamericanos al único lugar en el mundo donde no pueden viajar sea Cuba.  Indudablemente, no pensamos que la democracia se instalará por esos contactos; sabemos que cada pueblo la construye por sí mismo, pero sí contribuirán a la apertura. Ya se ha visto la asistencia masiva y entusiasta de la población en los conciertos y exposiciones de los artistas norteamericanos realizadas en los últimos dos años.

Es cierto, como aducen los adversarios de la ley, que el gobierno cubano recibirá ganancias económicas, pero su ineficiencia es tan abarcadora que tendrá que importar la mayor parte de los productos para abastecer el turismo. La ampliación de los rubros de exportación de Estados Unidos permitirá a sus empresas incrementar sus ventas, que a pesar de las restricciones actuales, ya lo han colocado como el quinto socio comercial de Cuba. Asimismo, demandará mayores servicios que el incompetente Estado no podrá brindar, por lo que tendrá que permitir el trabajo privado. Los cubanos mejorarán sus miserables condiciones de vida, serán más independientes económicamente, y procurará serlo también políticamente. Precisamente por ese motivo el totalitarismo cubano ha mantenido atada la autosuficiencia y la creatividad.

No se trata de un cuento de hadas, sino posibles realidades. Los pueblos cubanos y norteamericano hemos sentido simpatías mutuas e interactuado  en las ciencias, las artes, la música, los deportes. Actualmente la sociedad cubana afronta la mayor crisis política, económica y social de nuestra historia. Estamos en un momento de posibles cambios trascendentales. El futuro depende de lo que hagamos los cubanos de adentro y de afuera hoy, pero un nuevo enfoque de Estados Unidos con una política proactiva podría contribuir positivamente a nuestro progreso.

Aún la ley para el levantamiento de la prohibición de los viajes de los norteamericanos a Cuba y el incremento de las exportaciones tendrá que pasar en el congreso y el senado. Confiamos en que no sea un vía crucis; que la sabiduría de la democracia de Estados Unidos prevalezca y sea aprobada pronto.

 
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