De listas y alcaldes

Está previsto que el próximo jueves día 17, Mariano Rajoy desvele quienes serán los “números uno” del PP en las 52 circunscripciones electorales de cara a las elecciones generales del 9 de marzo. Habrá que reconocer que el “cuaderno azul” de Aznar, -donde el ex –presidente presumía tener anotados sus cambios de ministros sin que se enterara nadie-, era una broma comparado con el sigilo con que el actual presidente del PP ha llevado su proceso decisorio sobre quienes serán los cabezas de lista de su partido.

La decisión que hará pública Rajoy cobra una especial importancia e interés informativo al no saber a día de hoy si, al final, el Alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, irá en la lista de la capital de España, y en caso afirmativo, en que puesto lo hará. Otra incógnita importante por despejar es si al final Rajoy conseguirá convencer a la actual Alcaldesa de Valencia, la “popular” en doble sentido Rita Barberá, para que encabece la candidatura por dicha circunscripción en la que tendría como rival a la vicepresidenta primera del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega.

Lo que son las cosas de la política. Mientras que Gallardón se muere de ganas por ir en la lista de Madrid, pensando sin duda en tener escaño en el Congreso para estar bien situado en la carrera sucesoria que se abriría en el PP en el caso de una derrota de Rajoy, Rita Barberá confiesa a todo el que le quiera escuchar que no tienen ningún interés en encabezar la lista del PP de Valencia y ser diputada. ¿Quién actúa de forma más correcta?

Desde el prisma de la lógica de las cosas, algo que no siempre se da en la política, parece claro que un Alcalde o Alcaldesa de una ciudad importante bastante tiene con dedicarse a la gestión y al gobierno de la cosa municipal. Por lo tanto, aunque la ley no prohíba que los Alcaldes sean candidatos al Congreso y por lo tanto elegibles, no parece que sea razonable que el regidor de un Ayuntamiento que sea también diputado, tenga que pasarse dos o tres días a la semana en Madrid, en el Congreso, descuidando de esa forma sus obligaciones municipales para las que fue elegido. Esa es la postura de Rita Barberá y, al parecer, la que también ha mantenido el Alcalde de Burgos, Juan Carlos Aparicio, que ha declinado el ofrecimiento de Rajoy para que encabezara la lista del PP por su ciudad.

Pero la postura de Gallardón también es comprensible y respetable. El es una persona ambiciosa, lo cual en un político más que un defecto hay que considerarlo una virtud, y aspira a más. Es legítimo que quiera ocupar un escaño en el Congreso de los Diputados por si vienen mal dadas para Rajoy en las elecciones del 9 de marzo y este tiene que coger la maleta e irse a su casa. Pero como en política, al igual que en otros órdenes de la vida, las cosas no son sencillas, los intereses de Gallardón colisionan con los de Esperanza Aguirre, que también tiene sus ambiciones políticas y, sin embargo, su caso, el ser Presidenta de una Comunidad Autónoma, no es compatible con ser diputada en el Congreso. Y ahí viene el choque de trenes que da toda la impresión ha traído de cabeza a Mariano Rajoy en los últimos meses, porque tome la decisión que tome, no contentará a todos.

Jugándose lo que se juega el 9 de marzo, es lógico y entendible que Rajoy quiera contar con los mejores en las listas, con los que han acreditado que tienen tirón electoral, y eso es indiscutible tanto en el caso de Alberto Ruiz Gallardón como en el de Rita Barberá, o en el del Alcalde de Oviedo, Gabino de Lorenzo o en el de la Alcaldesa de Cádiz, Teofila Martínez. Los dos últimos al parecer, si han aceptado encabezar las listas de sus respectivas circunscripciones electorales.

Pero para el ciudadano de a pié es difícil de entender que un Alcalde pueda hacer compatible el gobierno de su municipio dedicando a esa tarea sólo tres o cuatro días a la semana. Eso no sucede en ninguna empresa seria. Si eres el Consejero Delegado o el Director General tienes que estar a tiempo completo o, sencillamente, no estás. Pero ya se sabe que en la política, las cosas son diferentes.

 
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