La maldición de las webs oficiales

¡Es tan sumamente español empezar con mucho aspaviento un proyecto —sea empresarial, artístico...- para, después de haber hecho la mayor inversión de esfuerzos y dinero, dejarlo morir cuando nadie se lo espera! Más vale tarde que nunca. Ha llegado en los últimos meses al mundo de la música comercial, y a la industria del arte en general, la premisa de oro del siglo XXI: “si no estás en Internet, no existes”. Y todos lo han entendido bien. Las webs de grupos y artistas ofrecen un potencial y un abanico enorme de posibilidades a sus creadores. Todo un filón para cualquier artista, si se aprovecha bien. Tienen en sus manos la gestión de la audiencia, de su público. Esto es importante recordárselo con frecuencia a los que dicen que Internet sólo ha contribuido a arruinar a la industria musical. Los grandes sellos discográficos españoles también han comprobado las diversas posibilidades que existen a la hora de lanzar una web oficial. Puede depender del propio artista —suponiendo que tenga los medios y conocimientos mínimos-, de alguien cercano al grupo o al músico, de la propia discográfica, de la agencia de "management" o bien, pueden convertir en oficial la web de cualquier club de fans. Todas estas modalidades son las que se están empleando en España desde hace algunos años. Es un tópico bastante falso decir “no me gusta generalizar”, así que no caeré en él, especialmente en esta ocasión. Las web que dependen de los propios grupos y artistas evolucionan como ellos mismos. Es decir, de manera bastante caótica e irregular y terminan cayendo en el olvido cuando éstos firman algún contrato importante con algún sello discográfico o cuando se distancian del mundo de la música para centrarse en otras labores disponiendo, por tanto, de menos tiempo para actualizarlas. Ni les hablo ya de los casos de artistas que aparecen y desaparecen del mundo como su propio genio. Sus webs caminan paralelas a sus inconstantes vidas. Las páginas web mantenidas por alguien cercano al grupo suelen ser las mejores. Pero depende siempre del nivel de implicación de esta persona con el proyecto musical de su amigo o conocido. Las que dependen de la discográfica suelen seguir un mismo patrón: mientras el grupo vende, hace ruido y sale en la prensa la web suele estar actualizada. Terminada la promoción del disco que quizá dio lugar al nacimiento de la web, ésta muere en el olvido para desesperación de los fans que se habían suscrito a sus foros o listas de información. Las webs elaboradas y mantenidas por fans que son nombradas “oficiales” por parte de la compañía o el grupo, suelen funcionar también bastante bien. Siempre y cuando exista un canal de comunicación entre los protagonistas y los webmasters. Sorprendentemente hay gente capaz de informar de novedades a la prensa de medio país sin soltar prenda a quienes dirigen sus páginas web oficiales. La conclusión de los últimos años es clara: artistas y, sobre todo, discográficas están haciendo un pésimo aprovechamiento de los espacios webs. Pocos lugares de la red aparecen o desaparecen y se actualizan o quedan obsoletos con tanta velocidad y frecuencia como las webs musicales. Como decía, para desesperación de los fans. No sé qué hay que hacer para lograr que la industria vea que el futuro de la música parte de aprovechar correctamente los recursos de Internet. ¡Es tan importante tener a los seguidores y fans agrupados y localizados en torno a un espacio virtual en los tiempos en los que los grupos están de gira o preparando un nuevo trabajo! En las webs no actualizadas, entre disco y disco —que suelen pasar años-, los seguidores se dispersan y se aburren de visitarla. Incluso olvidan su dirección. En las webs actualizadas, el tiempo de grabación de un nuevo disco y los “espacios en blanco” en la carrera de un grupo, sirven para mantener y aumentar la legión de fans. Que nadie se queje de la mala evolución de ventas de la música española mientras se descuide este aspecto. Una web oficial abandonada significa, para un fan poco ilustrado en su grupo, que detrás hay una banda inactiva o incluso muerta. Es tan sencillo de entender y tan barato de remediar que da pena escribirlo.

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