El negocio de la música

Entenderán, queridos lectores, que si dedico de nuevo un artículo al “reggaetón” desde esta Tribuna Libre, los responsables de El Confidencial Digital se verán obligados a cambiar el actual título de la sección por este otro: “Tribuna Libre de Opinión y Reggaetón”. Y no quiero provocar semejante cosa.

Pero comprenderán también que se me van las manos al leer en la prensa las palabras de Ricky Martin en la presentación de su nuevo disco: "[El Reggaetón] ha llegado para quedarse (...) Es poesía salida de la calle". Al leerlo me imaginé a Becquer, a Manrique y a Quevedo retorciéndose en sus tumbas. Murieron sin saber que un día llegaría a una rueda de prensa, el todopoderoso Ricky Martin, y compararía sus versos con La Gasolina de Daddy Yankee, por muy de la calle que sea esta última. En fin, creo que están ustedes capacitados de sobra para valorar esta información sin necesidad de tratar el tema de manera más detallada.

Antes de encontrarme con las severas reflexiones sobre “literatura de la calle” de Ricky Martin, tenía previsto hablarles de la inminente salida de un nuevo libro: “El negocio de la música”. Está escrito por dos reconocidos profesionales del sector: Paula Susaeta y Paco Trinidad. Este último se hizo famoso como productor en los 80 tras descubrir dos grupos que poco después triunfarían de forma masiva: Duncan Dhu y Hombres G. Aunque otros recordarán a Paco Trinidad por su propia banda, Ejecutivos Agresivos, que allá por los años de “la movida” triunfó sobre todo con una canción: “Mari Pili”.

Este libro está dirigido a los grupos jóvenes que se inician en el mundo de la industria musical. En él se presentan las principales claves para evitar que un manager demasiado listo se salte las reglas y robe parte del dinero de una gira del grupo, o para ahorrarse el trago de un mal contrato firmado con un sello discográfico.

Acabo de terminar de leer la biografía de Enrique Urquijo –de la que hablé aquí hace un par de semanas- y una de las cosas que me llamó la atención es que el fallecido líder de Los Secretos nunca dejó de arrepentirse por la mala gestión de los derechos de autor de los primeros años. Un mal contrato provocó que un “desconocido” aún siga hoy recibiendo dinero por “Déjame”, la canción más emblemática del grupo.

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Detenido en Nerja un prófugo escocés
cuando practicaba calistenia

 

Con este libro se trata de evitar este tipo de errores, ciertamente frecuentes entre los principiantes. Aunque la idea es buena, conviene destacar que la guía es una iniciativa de la Fundación Autor de la SGAE. Y son muchos los artistas -sobre todo los jóvenes que aún no han tenido la oportunidad de firmar un contrato discográfico- que desconfían de las tesis de la Sociedad General de Autores y Editores.

Aunque en diversos aspectos comparto la forma de actuar de la SGAE, creo que sus normas no están modernizadas para los tiempos musicales que corren. Son cientos los jóvenes que forman grupos musicales sin saber qué les deparará el futuro con su música. Si habrá o no continuidad. Enfrentarse al terrible papeleo que propone la legislación de derechos de autor y, además, pasar a ser socio de la SGAE –con más papeleo aún- es una maraña demasiado compleja para grupos que no tienen dedicación profesional.

Y sin embargo, éstas retrógradas leyes teóricamente les obligan a que, si quieren fabricar cualquier tipo de soporte y distribuirlo -aunque sea en pequeñas ediciones casi artesanales- deben pasar por el calvario administrativo previsto, totalmente inaccesible para un joven estudiante de 16 años que forma su primer grupo para pasar el rato.

Por eso creo que “El negocio de la música” servirá sobre todo de ayuda a quienes ya han resuelto sus primeros pasos en esta industria. A quienes están a punto de darse a conocer gracias a una oferta de algún sello discográfico. Es decir, a unos pocos afortunados.

Por lo demás, la participación del experto Paco Trinidad garantiza que será un gran libro de consulta para aquellos que, viviendo ajenos al mundo musical, estén interesados en conocer los entresijos de un negocio verdaderamente complejo y reincidentemente turbio, pero que provoca muchas satisfacciones e, incluso, algún momento de fino humor, como las ruedas de prensa de Ricky Martin.