El problema no es el Teniente General

¿Por qué en el año 2006, un Teniente General de las Fuerzas Armadas nombrado por el actual Gobierno del PSOE realiza unas declaraciones con motivo de un acto de la Pascua Militar que convulsionan el panorama político e informativo? Esta es la pregunta que debería de hacerse, sobre todo, el Presidente del Gobierno, aunque no estaría de más que en esa reflexión entrasen también otros responsables políticos y, ¿por qué no?, también el Jefe del Estado. Las generales de la ley conducen a concluir que las declaraciones del Teniente General Mena estuvieron fuera de lugar y además se puede añadir el adjetivo que se quiera: desmedidas, desmesuradas, inaceptables, desafortunadas, desafinadas que son algunos de los que se han empleado en las últimas horas. Para algunos ese “fuera de lugar” se limita únicamente a criticar que fueran hechas precisamente en un acto de la Pascua Militar , tapando de esa forma al discurso que en el acto de Madrid había pronunciado el Rey. El problema no es lo que dijo el Teniente General Mena, que por cierto, sustancialmente se limitó a leer lo que dice el artículo octavo de la Constitución. El problema es que el Presidente del Gobierno, con su empeño en llevar adelante su promesa de apoyar la reforma del Estatuto de Cataluña que saliera del Parlamento de aquella Comunidad, se ha metido y nos ha metido a todos en un gran lío, del que va a ser muy difícil salir. Y todo, por su irresponsabilidad, por su falta de principios, por la hipoteca que tiene que pagar a cambio del apoyo de Carod Rovira, por mantenerse, en definitiva, a toda costa en el poder. Hasta hace muy pocos meses, era impensable una declaración de un alto mando militar como la realizada por el Teniente General Mena el pasado viernes en Sevilla. Cuando acabamos de comenzar el año en que se cumplirá un cuarto de siglo del intento golpe de Estado protagonizado por Tejero, pero que contaba con el apoyo de militares de tan alta graduación como Milans del Bosch o Armada, volver a reabrir el debate sobre el papel del Ejército y de quienes lo integran, es volver al túnel del tiempo. Por eso, habrá que determinar muy bien al o a los responsables directos de que esto sea así. Y me temo que quien reúne más papeletas para llevarse el primer puesto es Rodríguez Zapatero. Los ciudadanos están hasta la coronilla del debate sobre el Estatut. Están hartos de que los partidos nacionalistas no hagan más que “chulear” al Estado. Están hasta el “moño” de la debilidad de este Presidente y de este Gobierno que están dando un espectáculo tan triste como lamentable y que están causando un daño a España que costará mucho tiempo reparar. Los ciudadanos quieren que los gobernantes se ocupen de sus problemas reales, no de los inventados. Quieren que se viva la solidaridad entre todas las regiones de España; abominan de los privilegios. ¿Resulta tan difícil que nuestro “patriota social” entienda esto? ¿No hay nadie en el PSOE con los suficientes bemoles para poner fin al desvarío protagonizado por Zapatero?

 
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