Evolución Reciente de la Economía Española

Después de los últimos datos económicos facilitados por el INE y el Banco de España, puedo decir que la evolución reciente de la economía española, es solo discreta, a no ser por las sombras que puedan mermar está evolución.

La debilidad de la inversión es uno de los indicadores que afectan al crecimiento a corto y largo plazo. El endeudamiento con la servidumbre de los altísimos intereses que genera es otro indicador, además, está el déficit público. Estos tres indicadores, y algunos más que después comentaré, inciden en la vulnerabilidad de nuestra economía y por ende, en la productividad, uno de los principales hándicaps de nuestro sistema económico.

Voy a hacer un pequeño repaso de la situación de nuestra economía reciente. Empezaremos por el PIB, para continuar por otros indicadores macroeconómicos.

En el 2023, el PIB creció un 2, 5%, para este año, se prevé un crecimiento similar. El 2025 se espera un ritmo de avance del PIB inferior, no superando según recientes previsiones el 2%. Está discreta evolución, se debe a la mejora prevista del consumo privado, habida cuenta de una mayor disponibilidad de ahorro embalsado, según últimas estimaciones del INE.

La inversión en infraestructuras será el más dinámico, gracias al impulso de los fondos europeos; mientras, la construcción y la inversión de los bienes de equipo, variables afectadas por los tipos de interés, tendrán un comportamiento más moderado. En cuanto al sector exterior, su papel seguirá siendo destacado, pese a la atonía de la economía europea, principal mercado para la exportación de bienes. Las exportaciones de servicios no turísticos, y sobre todo el turismo, tendrán a medio plazo mejor desempeño, gracias al favorable posicionamiento competitivo de las empresas en estos sectores y a la menor dependencia de la renqueante industria europea, a corto y medio plazo, sobre todo de la alemana que está estancada y en su peor momento de los últimos cinco años. Las importaciones, por su parte, se recuperarán.

Como he antedicho, para el 2025, se prevé un crecimiento del PIB no superior al 2%, en retroceso frente a este año. El fin del ahorro embalsado frenará ligeramente el gasto de las familias. La inversión, por su parte, se acelerará pero muy levemente, gracias al impulso descontado en la fase final de ejecución de los fondos procedentes de Europa. La aportación del sector exterior al PIB será no más de 0,4 puntos, la mitad que el 2023. La demanda interna aportará 1,6 puntos al crecimiento, cuatro décimas menos que en 2024.

La inflación apenas descenderá este año. El IPC todavía crecerá un 3,3% este año 2024, solo dos décimas menos que el 2023, (INE). La desinflación podría afianzarse en 2025, si bien el IPC aún se situará por encima del objetivo del 2%.

El tirón del empleo se mantendrá, aunque tímidamente con la creación de 730.000 puestos de trabajo, netos en el bienio (2024/2025). Empero, el crecimiento del empleo irá perdiendo vigor durante el 2025, como consecuencia de la desaceleración de la economía. La tasa de paro todavía se situará en el 10,3% en términos medios en 2025, una de las mas altas de Europa. La balanza por cuenta corriente, arrojará un excedente inferior al 3% del PIB. El déficit y la deuda, son como apunté arriba, dos importantes indicadores de riesgo de nuestra economía; pero según previsiones recientes, ambos descenderán en porcentaje del PIB a medio plazo, obedeciendo a todos los factores coyunturales. De todas formas, para el 2025, el déficit se estancaría en el entorno del 3%.

Con una base de crecimiento potencial de la economía para 2025, de un 2%, y de una inflación del 2%, el ratio deuda/PIB, descendería a un ritmo insuficiente para cumplir con  las reglas fiscales; para cumplir con dichas reglas, sería necesario realizar un ajuste adicional del déficit, y asegurar un ritmo de crecimiento de la economía más elevado, algo que solo es posible con una recuperación de la inversión, que genere mayor productividad;  este Gobierno, no está por la labor de dejar de gastar en los sectores que le conviene. Para mejorar los objetivos económicos apuntados, sería necesario un cambio de Gobierno de centro derecha, que con medidas menos intervencionistas, que sepa ajustar el gasto superfluo y hacerlo en los sectores que mejoren el Estado de Bienestar: a saber, sanidad y educación preferentemente, y aplicar una política fiscal que impulse  a las  pequeñas y medianas empresas, para que puedan invertir en un escenario de estabilidad política, que con las ultimas cesiones del Gobierno a Cataluña y otros dislates no existe actualmente.

 

Gran ligereza sería, no señalar otro riesgo que acecha a  nuestra economía y al resto de las economías de la eurozona;  procede del ámbito geopolítico. Caso de la guerra de Ucrania y Oriente Medio;  es un riesgo que hay que tener en cuenta, y que  las economías de la eurozona, dependen de lo que ocurra en estos dos escenarios.

Para concluir: nuestro elevado nivel de endeudamiento, que genera altísimos intereses, el déficit público, la negativa evolución del PIB per capita, cuyo origen se encuentra en el reducido crecimiento de la inversión y que genera una  baja productividad, un escenario de inestabilidad política,  además de la  situación geopolítica externa, son la otra cara de la moneda de nuestro sistema económico, que representan un frente de alta vulnerabilidad para nuestra economía.

Agustín Hidalgo, economista, diplomado en la EOI.

Referencias: Instituto Nacional de Estadística, Banco de España, Funcas.

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