Adiós, Zapatero

Lo decíamos ayer en estas páginas. José Luis Rodríguez Zapatero no se va, sino que lo están ‘echando’ desde su propio partido. A la vista de lo que observamos estos días, y partiendo de la convicción de que en política existen pocas improvisaciones, hay que concluir que asistimos a una campaña para que el líder socialista no vuelva a encabezar las listas de su partido. Montada desde dentro del PSOE y con la vieja guardia en primera fila.

A eso, a una campaña, hay que atribuir la avalancha de declaraciones que se están registrando, desde Fernández Vara, a Felipe González, Manuel Chaves y el mismísimo José Blanco. A lo que hay que añadir filtraciones coordinadas. El jueves, El Mundo, La Vanguardia y Público publicaron informaciones coincidentes, atribuidas a “un alto cargo socialista”, según las cuales está ya decidido que Alfredo Pérez Rubalcaba sea el cabeza de lista del PSOE en las generales.

¿Qué hay detrás de esa campaña anti Zapatero? Que las figuras más representativas del socialismo se han movilizado para salvar los muebles. Las expectativas, de cara a las próximas citas electorales, son tan pesimistas, que se han propuesto minimizar daños. O lo que es lo mismo, que la derrota no sea tan desastrosa como predicen las encuestas.

Felipe González maneja a Chaves

Especialmente significativa resulta la conexión Felipe González-Manuel Chaves, viejos amigos desde aquel sevillano ‘clan de la tortilla’. Ambos mantuvieron esta semana un discreto almuerzo en el que, según cuentan quienes pudieron verlo, el ex presidente del Gobierno hablaba y el vicepresidente tercero se dedicaba a tomar nota.

Chaves, que es presidente del PSOE, tiene clavada una espina contra Zapatero, porque le sacó de Andalucía a la fuerza, y le ha colocado en un cargo aparentemente brillante, como número tres del Gobierno, cuando en realidad es una tumba de elefantes. No tiene nada que hacer, el presidente apenas cuenta con él.

Y, aunque el ex presidente andaluz tiene cierta fama de disléxico, no cabe atribuir a esa circunstancia la declaración del jueves, en la que dio por hecha la no continuidad de Zapatero, al decir que le “habría gustado que hubiera sido el candidato”. Alguien quiso atribuirlo a un error verbal, pero Chaves no ha movido un músculo ni hecho ademán de corregirse o rectificar.

Rubalcaba baja el pistón

Bromas aparte, como la de Guillermo Fernández Vara y sus ‘tres candidatos’ (o sea, Alfredo, Pérez y Rubalcaba), en el partido socialista se da como segura la nominación del vicepresidente primero y ministro del Interior para encabezar la lista las generales de 2012 (si es que la legislatura llega hasta entonces).

 

A pesar de lo cual, esta semana se ha evidenciado un apreciable ocultamiento del susodicho, bastante menos activo que en fechas anteriores. Un relativo bajón de protagonismo de Rubalcaba que se atribuye a unos probables ‘celos’ del presidente del Gobierno, que considera que le estaba haciendo demasiada sombra y demasiado pronto.

De todas formas, Rubalcaba ha sido peón clave, en las últimas horas, para llegar al acuerdo que permitirá firmar con las centrales sindicales el pacto sobre pensiones. Sigue trabajando, pero aparece un poco menos en la televisión.

El anuncio, antes de mayo

La batalla sobre la sucesión la suscitó, y desde luego la avivó, el propio Rodríguez Zapatero. Primero cuando habló de la opción de que los altos cargos tengan un mandato tasado, dos legislaturas, precisamente la frontera en la que él se encuentra ahora. Y después, con su inesperado comentario navideño de que ya tenía tomada la decisión y lo había comunicado a dos personas.

El problema para el presidente del Gobierno es que no va a poder manejar los tiempos, como parecía su deseo. En concreto, le va a resultar complicado no aclarar las cosas antes de mayo. Porque no pueden esperar hasta entonces los alcaldes y presidentes autonómicos, que en esa cita se juegan entonces algo más que la honra y el cargo: el cocido. El suyo y el de miles de ‘compañeros’.

Hay riesgo cierto de perder casi todas las comunidades autónomas, junto con capitales significativas como Sevilla, Barcelona, Zaragoza…, y los socialistas que están hoy al frente creen que la continuidad de Zapatero les penaliza electoralmente, les quita votos. De ahí que pidan (lo ha vuelto a hacer el extremeño Vara) que aclare su destino cuanto antes, desde luego sin esperar al día de la votación.

Zapatero no ha cerrado la puerta

¿Por qué no aclara Zapatero, de una vez por todas, cuál va a ser su decisión? Porque pretender esperar a ver si las cosas se arreglan para él. Desea calibrar si, como consecuencia de las medidas económicas adoptadas, este país remonta algo. Y, en ese supuesto, él puede ‘vender’ ante los ciudadanos la recuperación.

O, en el peor de los casos, busca adivinar si, en la hipótesis mala de que no salgamos de la crisis, al menos puede instalar en la opinión la idea de que él se ha ‘sacrificado’, al tomar las medidas impopulares que necesita el país, arrostrando con ello el riesgo de una penalización electoral. Y que ese gesto altruista y generoso merece ser recompensado en las urnas.

El presidente no descarta que aún sea posible su salvación. El problema es que en el partido no lo ven claro. Y, sobre todo, no quieren correr riesgos. Necesitan medidas ya, y una de ellas, a estas alturas de la película, es que Zapatero no sea candidato, porque su nombre castiga al PSOE. Y, a más a más, que lo anuncie cuanto antes, ya, para ahorrar ese sufrimiento en las elecciones locales de mayo.

Con las presiones que se han desatado, le va ser difícil a Zapatero mantener el secreto. Y se está dando cuenta de que ya hay muchos que no le quieren como candidato. Lo peor es que lo están diciendo.

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