¿Quiere la prensa ‘matar’ al rey?

Un repaso rápido al panorama de la prensa permite concluir que, en general, los periódicos españoles, como el resto de medios, suelen tratar al monarca con deferencia y respeto. Así que parece clara la respuesta a la pregunta: la prensa no quiere ‘matar’ al rey. Más bien podría decirse que todo lo contrario.

Digo que más bien lo contrario, porque está bastante generalizada, entre españoles de a pie pero también en personas cualificadas, la opinión de que existe un ‘pacto de silencio’ entre los periodistas y los patrones de la prensa para ocultar y camuflar asuntos delicados que afectan a la monarquía y a sus integrantes.

Una gestión de Sabino Fernández Campo

Siempre que me han preguntado sobre ello he respondido que no existe tal acuerdo. Y es la pura verdad. Ni antes, ni ahora, nadie ha hablado con nadie para pactar criterios en ese terreno, nadie se ha compinchado con los demás para silenciar uno u otro ‘affaire’. Cada periodista, cada medio, ha actuado y actúa como buenamente le da a entender su criterio periodístico y su sentido de la responsabilidad.

Me viene al recuerdo una historia ya contada en otros lugares. Ocurrió que, en los primeros años del diario El País, el periódico publicó determinadas informaciones poco propicias para don Juan Carlos.

El entonces secretario de la Casa del Rey, Sabino Fernández Campo, decidió visitar a los dos principales del periódico, Jesús de Polanco, editor, y Juan Luis Cebrián, director. La pregunta que les formuló fue: “¿Queréis acabar con la monarquía?”. Le respondieron con rotundidad: “No”. A lo que el visitante replicó: “Pues, entonces, no juguemos”.

Un techo de cristal

La monarquía contemporánea afronta un desafío que sus ancestros, en siglos anteriores, no tuvieron que cuidar: que vivimos en una sociedad democrática, de información, de claridad. Y que los medios tienen puesta la mira en todos, incluidas las personas que forman las familias reales.

El requisito de claridad es absoluto. La monarquía tiene ahora el techo de cristal. Ha de saber convivir con micrófonos, focos y cámaras de televisión. Y se está cumpliendo, por ejemplo, con la operación de rodilla a la que se ha sometido don Juan Carlos, con lo que se corrigen fallos cometidos al inicio de la intervención quirúrgica de Barcelona.

 

Por poner un ejemplo reciente de actitud errada, podemos citar el último viaje del rey a Marruecos. La estancia en aquel país duró cinco días, de los cuales solamente uno tuvo perfil oficial. ¿Qué pasó en los otros cuatro? Seguramente don Juan Carlos aprovechó para descansar. Pero no habría costado nada decirlo.

La utilidad de la monarquía

Lo que puede haber detrás de esa habitual reserva que mantienen los medios en asuntos que atañen a la Familia Real tiene que ver con la valoración que hacen sobre la necesidad o conveniencia de la institución.

Según muchos, la monarquía sigue siendo un factor de estabilidad para el país, una referencia sólida y duradera en una democracia todavía joven como la que existe en España. Y por eso consideran más provechosa su continuidad que su desaparición.

No hay que olvidar, por supuesto, el prestigio que se ganó don Juan Carlos con motivo del intento golpista del 23-F. Pero, en este caso, se trata de un mérito personal, probablemente imposible de traspasar a su sucesor, el futuro Felipe VI. Él tendrá que conquistar el corazón, y también la cabeza, de las nuevas generaciones, que hoy por hoy no muestran especial apego hacia la institución.

La realidad es que el príncipe está también trabajándose a los medios, sobre todo a los periodistas menos veteranos, que son los que, desde su punto de vista, mandarán en el futuro, es decir, cuando a él le toque ceñir la corona. Y sin duda le ayuda a concertar esos encuentros, y casi siempre está presente, la princesa Letizia, que en muchos casos ha tirado de agenda propia para las llamadas telefónicas previas.

La ultraderecha y la ultraizquierda

En lo personal, don Juan Carlos ha sabido llevarse bien con los periodistas. Desde siempre ha tenido buena mano con ellos. Su simpatía le ha servido de mucho, desde luego, pero también muchos detalles concretos, las charlas mano a mano que ha mantenido…

Es evidente que don Juan Carlos, con la acusación de que querían ‘matarle’ no afinó bien. No matizó. Porque en realidad no tiene una queja general de la prensa, sino solo de determinados medios.

Lo que pone de los nervios a don Juan Carlos, y por eso saltó como lo hizo, es la actuación de determinados medios, bien concretos, situados, según su percepción, unos en la extrema derecha y otros en la extrema izquierda. Su queja es que esos medios aprovechan las noticias de sus numerosas peripecias médicas para, por un lado, plantear que ha llegado el momento del relevo, y, por otro, que la monarquía está superada y que hay que pensar en un cambio de régimen

Eso es lo que quería expresar. El problema es que no precisó.

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