¿Por qué no se callan?

Me refiero, por decirlo pronto, a dos personas que vienen centrando la atención de los medios: Rodrigo Rato y Miguel Ángel Fernández Ordóñez.

Son dos personajes que han ocupado altísimas responsabilidades, cuyas salidas no han resultado demasiado airosas sino todo lo contario, y que, como se dice vulgarmente, han  empezado a ‘largar’. Y, por lo visto, parece que no han hecho más que empezar.

Me pongo en su lugar, y entiendo que se sientan enormemente incómodos y enfadados, indignados, por la posición en que se encuentran. Tienen, pues, motivo.

El primero, Rodrigo Rato, ha visto cómo le apeaban bruscamente de la presidencia de Bankia para, a continuación nacionalizar el banco que presidía, con lo que su gestión ha quedado por los suelos.

El segundo, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, ha protagonizado, a su vez, un desairado final como gobernador del Banco de España, de donde ha salido a escape por las presiones del Gobierno. Y, encima, bajo la soterrada acusación de haber sido el culpable de todo; al menos, por omisión.

Los dos han quedado mal como altos cargos: están en cuestión sus capacidades técnicas y de gestión. Y, repito, podría comprenderse que intentaran reaccionar.

Y, sin embargo, tal como están las cosas en el país, tratándose de los delicados asuntos que han llevado entre manos, me parece que harían un servicio a todos quedándose quietecitos y callados.

Siempre es exigible la prudencia y el silencio a los ex, pero quizá más aún en su caso.

Lo que nos faltaba es ver a esos dos altísimos cargos, conocedores de tantos secretos, ventilando en los medios cuestiones críticas que lo único que van a provocar es más descrédito para el sistema financiero, la clase política y, en definitiva, para este país y sus intereses.

 

No tengo nada que ver con ellos, ni con sus ámbitos de gestión, o sea que, cuando escribo esto no voy en busca de ningún provecho personal, por supuesto.

Y opino que, en estos momentos, harían mejor estando callados. Echar más leña al incendio nos puede abrasar a todos. Ellos incluidos.

Pero, dada su personalidad, no sé si serán capaces.

Comentarios