Cuando dar noticias es casi un infierno

Esto de hacer información es muy difícil, lo confieso.

El intento, que se aplica en El Confidencial Digital, de buscar noticias, de contrastarlas adecuadamente para luego publicarlas, es poco menos que un campo de minas.

Contaré un caso de estos días, para ilustrar lo que comento. Llega la noticia de que una destacada periodista acaba de ser fichada para un importante cargo en una entidad semioficial.

Desde ECD se llamó directamente a la afectada, que negó con rotundidad cualquier verosimilitud. Lo descartó sin ningún género de dudas. Dijo que no era verdad.

Casi se había optado por desecharlo, cuando una nueva llamada telefónica, esta vez a la empresa de la susodicha, confirmó que, en efecto, acababa de ser fichada y se marchaba ya al otro trabajo. Como así ha ocurrido.

Cuando se contactó con ella, la colega podía haber optado por callar, o por responder que no tenía nada que decir, o incluso pedir que se aplazara la publicación por algún motivo. Pero lo que hizo fue decir que no había nada, que era mentira.

Aquí tenemos la costumbre de intentar llamar a las personas o instituciones afectadas. Si en alguna ocasión no lo practicamos, es porque lo hemos hecho mal.

Y nos hemos acostumbrado a que las fuentes echen balones fuera, lancen botes de humo, y en tantas ocasiones hasta nos engañen.

Pero que sea una periodista la que mienta tan descaradamente… desanima un rato.

 

Voy a reseñar algún caso más, de estos días. De informaciones bastante contrastadas que no hemos publicado porque los afectados las han negado. Tal cual. Tuvimos la convicción, casi la certeza, de que mentían. Pero, puesto que lo negaban todo, optamos por no publicar esas noticias. Insisto, con la convicción de que mentían.

Así que, lo dicho: informar, cuando se quiere hacer con sentido profesional, puede ser un infierno.

A pesar de lo cual, seguimos informando, que diría aquél.

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