Por la boca… Sánchez, un hombre de ideas

En tiempos de Pérez Rubalcaba, dentro y fuera del Partido Socialista, se afirmaba que el problema que atravesaba la formación, además de la envenenada herencia dejada por Rodríguez Zapatero, era un problema de ideas. Hacía falta, decían, una regeneración a base de ideas que consiguieran recuperar, esta vez desde la oposición, lo que se había perdido estando en el poder.

Y no les faltaba razón a quienes así argumentaban –argumento que, dicho sea de paso, podría emplearse con la actual situación del Partido Popular gobernando a golpe de encuestas- por cuanto la etapa de Rubalcaba fue, más bien, una huida hacia delante en un intento de colocarse en la carrera que había perdido Zapatero desde La Moncloa.

Y así las cosas llegó Pedro Sánchez. Traía, o al menos eso se dice, aires nuevos. Incluso traía la cursilada de ‘una bocanada de aire fresco’. Hasta traía las ideas y las va esparciendo, a voleo, por aquí y por allá, en un notorio afán por significarse y buscar un hueco.

Se le va la boca con prisas y sin tomarse la menor pausa; y la boca y la prisa y el no tomarse una pausa, le traicionan.

Con ese ritmo trepidante llegan a la opinión pública, un día sí y otro también, la subida del sueldo a los maestros, la puesta en duda de la necesidad del Ministerio de Defensa, los funerales de Estado o un MIR para los enseñantes. Ideas nuevas, ideas frescas que hay que apresurarse a desmentir o a matizar, esta vez sin pausa.

A ciertos sectores del socialismo, que todavía anidan en Ferraz, no les llega la camisa al cuerpo y todos dan su versión. Para unos, la bisoñez de Sánchez es evidente y su inexperiencia la gran culpable de tanto desliz vocal. Para otros, la presión que ejerce Podemos se hace insoportable para el nuevo líder al que aterra que alguien le pase por la izquierda. Y para los de más allá, la causa hay que buscarla en el afán del Secretario General por demostrar a los suyos que su elección fue acertada, y es que en muchos ámbitos socialistas las dudas empiezan a tomar cuerpo.

Sea cual sea la razón, estamos ante una salida en tromba y escuchamos y leemos una serie de exabruptos políticos que tienen perpleja a la sociedad española  y, sobre todo, que no se sabe muy bien hacia dónde nos llevarían en el caso de que algunas encuestas acertaran y Sánchez se aposentara en La Moncloa.

Ni la trayectoria del Partido Socialista, que no es una formación recién llegada y sin solera, ni la posibilidad real de que llegue al poder, permiten frivolidades ni ideas que no van a ninguna parte.

Y es que, a veces, el recurso a la telebasura resulta más serio. Y sobre todo es menos preocupante que algunas ocurrencias.

 
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