Por la boca… La enseñanza, uncida al carro de la tecnología

El presidente Rajoy ha presentado un proyecto con un ambicioso objetivo: conectar todos los centros escolares sostenidos con fondos públicos a internet de alta velocidad. Es lo que afirma la secretaria de Estado de Educación, Montserrat Gomendio, en un artículo publicado el pasado día 15 en El Mundo.

Extraña que tras las noticias que hablan de una selectividad a base de un test, de los malos resultados de nuestros estudiantes, del fracaso escolar continuado de nuestra población y del creciente abandono escolar, el objetivo ambicioso del Gobierno sea la conexión a internet. En todo caso el internet sería una herramienta más, pero nunca un objetivo para ningún responsable en materia de enseñanza.

La tesis de la señora Gomendio se basa en las bondades de la tecnología que, según ella, sirve para fomentar la equidad y además `superará la brecha digital que aún divide las zonas rurales de las urbanas’. Este debe de ser otro objetivo ‘ambicioso’ en materia de enseñanza. No se trata pues de mejorar en conocimientos, en cultura, en urbanidad, en educación cívica, en asimilación de textos, en expresión oral o escrita etc. Se trata de ‘superar la brecha digital’.

Pero hay más perlas en este artículo de Gomendio. Gracias a internet ‘el profesor deja de ser un mero transmisor unilateral de conocimientos, para pasar a ser un supervisor del desarrollo individual de cada alumno, y un promotor del trabajo en equipo, la creatividad y la aplicación del conocimiento a la resolución de problemas complejos’. Se conocían descripciones, más o menos afortunadas, de la labor del maestro, pero eso de calificarles de supervisores y como promotores de no se sabe qué, es todo un hallazgo. Lo de transmitir conocimientos, se ha debido de quedar antiguo.

Y para avalar sus razonamientos (¿), la secretaria de Estado recurre, nada más y nada menos, que a la autoridad de Obama que, por lo visto, alguna vez dijo, entre otras la siguiente simpleza: ‘Por qué en un país en el que esperamos tener acceso a Wi-Fi mientras tomamos un café, no lo deberíamos tener en nuestros colegios’. Pues, pura y simplemente, señor Obama y señora Gomendio, porque ni un colegio es un bar, ni enseñar es tomarse un café.

El mismo día en el que veía la luz el escrito de Montserrat Gomendio, el diario ABC publicaba una entrevista y un artículo, también dedicados al mundo de la enseñanza y de la educación. Ambos, artículo y entrevista, derrochan sensatez y buen sentido.

Se entrevista a Catherine L´Ecuyer, autora del libro ‘Educar en la realidad’. Afirma que ‘sustituir el libro por las tabletas es un error, y nos arrepentiremos’. Afirma que se trata de que los niños puedan aprender más allá de las pantallas de los ordenadores y que salgan del entorno fantástico, para vivir y tocar la realidad. El que nuestros hijos sean nativos digitales no garantiza una agilización de su cerebro. El cerebro multitarea tecnológico lleva al colapso de la memoria de trabajo y a la superficialidad del pensamiento y un niño o un adolescente con déficit de pensamiento, es un buen candidato para la manipulación ideológica.

L´Ecuyer acaba con una afirmación esclarecedora: ‘la mejor preparación para el mundo online es el mundo offline’.

Y cierra está ilustrativa trilogía un artículo de Ignacio Sánchez Cámara en el que analiza, de forma inmejorable, la situación actual del saber y, muy concretamente, de la Universidad. Afirma Sánchez Cámara que la Universidad resulta cada vez más amiga de la utilidad que del pensamiento, de la práctica que de la teoría. Recuerda cómo ya Ortega y Gasset, pensó escribir un ensayo sobre Marta y María, en torno a la acción y la contemplación; pero ahora no hay ni Marta ni María. Hoy los universitarios viven una absurda carrera que no tiene más meta que la acreditación y la promoción, la cosa pensada está ausente de nuestra Universidad. Por ejemplo, Sócrates, que tanto enseñó, pero que no escribió nada, difícilmente podría acreditarse como maestro en la Universidad actual.

 

Una frase que debería hacer reflexionar, cierra el magnífico comentario de Sánchez Cámara: ‘La universidad es una comunidad de maestros y discípulos. Lo demás es formación profesional, superior’.

Tres ejemplos, publicados el mismo día que sirven para ilustrar el qué, el cómo, el ahora y el aquí de nuestra enseñanza. Una situación que tiene a nuestros niños y a nuestros jóvenes – y al parecer a nuestros políticos- y a muchos de los responsables de colegios y universidades, obnubilados y uncidos al marketing de las tecnologías y uncidos a planes como el llamado ‘Bolonia’ en el que se habla de herramientas y de destrezas pero en el que la expresión ‘saberes universales’, razón de ser de la Universidad, brilla por su ausencia.

Responsables y docentes que podrían estar uncidos para bien, pero que a la vista de los resultados –salvo los que viven de ello- están uncidos para mal.

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