Cuando perdón, es una palabra hueca

De un tiempo a esta parte la palabra perdón se ha hecho imprescindible en cuanto hay un problema en la vida pública. Y en torno al perdón se arremolinan desde un terrorista de la ETA a un violador, pasando por los políticos corruptos o los presuntos responsables de esos políticos corruptos.

Y precisamente por esa reiteración de la palabra perdón, el término se está devaluando de forma evidente.

 Y es que a quién ha perdido a un ser querido en un atentado terrorista, es de suponer que la petición de perdón del responsable, no le sirva de nada y si le sirva el que el terrorista esté en la cárcel cumpliendo íntegramente la pena que le haya sido impuesta.

Y la mujer que ha sido agredida por un energúmeno, difícilmente se va a conformar con que su agresor le pida perdón si ese agresor no está cumpliendo la reparación penal que la sociedad le exija.

Y a los ciudadanos, el perdón que puedan pedir el político corrupto o el jefe de filas de ese corrupto, les sonará a hueco, siempre y cuando aquél no pague sus fechorías y devuelva lo robado o éste no ponga los remedios que estén a su alcance para que el caso no vuelva a repetirse.

Por eso los ‘perdones’ pedidos en los escarceos parlamentarios de estos días no tienen ningún valor.

¿De qué sirve que Mariano Rajoy o Pedro Sánchez pidan perdón con una mano, mientras con la otra son incapaces de ponerse de acuerdo para, mediante la ley correspondiente poner coto a los desmanes de algunos políticos?

 
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