Los socialistas periféricos

Es uno de los grandes problemas a los que se enfrenta cada día Rodríguez Zapatero. Un problema -otro más- creado por él, no se sabe si consciente o inconscientemente. Tanto en Cataluña como en el País Vasco, los representantes del PSOE, es decir, el Partido de los Socialistas de Cataluña (PSC) y del Partido Socialista de Euskadi (PSE) van por libre, viven su vida y, por otra parte, están siendo puenteados constantemente desde Madrid. Tanto Patxi López como Pasqual Maragall -cada uno con su especial situación política- tienen enormes dificultades para sobrevivir en sus respectivos partidos y para mantener el tipo. Están fuera de las negociaciones que se cuecen en Ajuria Enea y Ferraz y en La Moncloa con Convergencia i Unió y la Esquerra Republicana y hacen esfuerzos por hacerse notar, por dar la sensación de que se cuenta con ellos y para meter la cuchara en la cocción de sus respectivas políticas autonómicas. Pasqual Maragall, ya nadie lo oculta, no cuenta para nada en el Partido Socialista. Su relevo está más que cantado y se da por sentado que -con la aprobación del Estatuto- tendrá que abandonar la Plaza de San Jaime, para dejar sitio a ¿Artur Mas? Lo que ocurre es que un político queriendo decir: "aquí estoy yo" es peligrosísimo y de ahí las salidas de pata de banco que, de vez en cuando, tiene el Presidente de la Generalidad. Son como coletazos, casi a título póstumo, que no dejan de tener su importancia y sobre todo de incordiar a Zapatero. Más de lo mismo ocurre con Patxi López en el País Vasco. Se negocia a sus espaldas con Ajuaria Enea o se le hace votar unos presupuestos para respaldar otras votaciones en Madrid. Sale a la palestra y defiende lo indefendible con un altísimo coste político y de desgaste personal. Nadie en el Partido Socialista de Euskadi cree en él y sin embargo arrasó en las elecciones para liderar a los socialistas vascos. Además -y como valor añadido- tiene que soportar los "granos" políticos que representan Nicolás Redondo Terreros, Enrique Mújica o Rosa Díez, que no dejan de opinar y de decir. Y ¿Rodriguez Zapatero? Pues parece que sigue utilizando a unos y otros para mantener su política de acercamiento al PNV y a CIU. Se entiende en Cataluña porque no deja de ser una forma de intentar frenar a Carod y sus pretensiones y exigencias constantes, pero tiene menos explicación en el País Vasco dónde, además, se juega con la sombra de ETA que siempre sobrevuela la política de aquella Autonomía. Una política paradójica esta de tener partidos periféricos nada más que para usarlos como coartada o tapadera para negociaciones y cabildeos a las que son ajenos los propios dirigentes López y Maragall.

 
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