Dejad los crucifijos: el arte está en Mahoma

Hay artistas que llevan años reivindicando sus producciones argumentando que la esencia de su arte es eso: transgresión, un bocinazo, una llamada de atención, un bofetón en las conciencias...

Amparados en esta tesis se consideran legitimados para romper algunas cadenas, prejuicios los llaman, y dar así rienda suelta a sus complejos.

Si alguien levanta la voz porque se considera ofendido es tachado públicamente de meapilas, de estrecho, de casposo conservador, de enemigo de la libertad y del arte en general.

En este mundo original, cualquier límite que se pretenda exigir resulta ser, en sí mismo –explican-, una forma de contracultura. De hecho propugnan llevar al paredón a quien intente embridarles.

Así han surgido crucifijos cocinados en hornos microondas, monjas en posiciones obscenas, exposiciones monotemáticas con burlas a la religión, piezas monumentales desacralizando la fe, obras teatrales blasfemas...

Este miércoles el mundo entero ha quedado en suspenso cuando se ha conocido que el embajador de Estados Unidos en Libia, Christopher Stevens, y otros tres diplomáticos del mismo país han muerto tras un ataque a la legación diplomática.

Las protestas ciudadanas surgieron frente a la sede del consulado en Bengasi por un vídeo realizado en Estados Unidos que contenía ofensas sobre el profeta Mahoma.

Toda esta polémica ha recordado la oleada de altercados que se produjeron en el año 2006, con motivo de la difusión de una caricaturas de Mahoma.

Es hora de afrontar este debate a fondo.

 

El fundamentalismo islamista es un horror. Pero habría que preguntarse también si la tan cacareada libertad artística es un derecho absoluto y qué sucede cuando entra en conflicto con derechos fundamentales como el respeto a las creencias de otras personas.

Por lo pronto, lo sucedido es otro aviso a navegantes. Quien decida hacer arte de Mahoma ya sabe a lo que se expone. Porque enfrente no tiene a personas sensatas que se molestan en debatir. En definitiva, como digo, otra sinrazón.

Más en twitter: @javierfumero

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