Maricomplejines

De un tiempo a esta parte, me ronda una pregunta por la cabeza: ¿Y si, después de todo, a Mariano Rajoy le sale bien la jugada?

Hace algunos años, varios periodistas acuñaron el despectivo mote de ‘maricomplejines’ para designar al líder del Partido Popular. Rajoy había decidido ningunearles y transitar, libre de ataduras, en la oposición. Sin entrar en batallas que otros consideraban necesarias, sin someterse al dictado de periodistas o a los tradicionales consejeros áulicos (a excepción hecha de Pedro Arriola, claro está).

Según esta tesis, Rajoy era el peor líder que el PP podía tener, estaba desvirtuando las esencias del partido, no merecía ser ni presidente del Gobierno, ni era digno acreedor de los votos de los españoles. No daba las batallas que la derecha mediática exigía, ni los colmaba de atenciones o prebendas, ni sabía elegir a sus colaboradores.

Ha pasado el tiempo y, una vez instalado en La Moncloa, Rajoy ha demostrado que, efectivamente, llegó al poder libre de ataduras, sin herencias, ni lastres.

Está tomando las decisiones que ha considerado más oportunas. Se deja ver muy poco y se explica peor (desde este mismo foro le hemos amonestado duramente por ello) pero así quiere hacer las cosas. Ordena, manda... y se desdice poco tiempo después si lo ve conveniente. Digan lo que digan. Pacta lo justo pero en otras ocasiones, impone.

Algunos comportamientos son bastante criticables. O dicho de otra manera. Costaría muy poco haber acometido esos desafíos de forma distinta, también con un poco más de pedagogía y evitar que los ciudadanos nos temamos lo peor: que el presidente del Gobierno va sin rumbo, agobiado por las circunstancias y a merced de los mercados.

Pero a lo que iba.

Imagínese el siguiente escenario: dentro de un año, un país que comienza a remontar. Europa se ha curado de la crisis de identidad que la aqueja y los países que la integran lleva meses remando en la misma dirección. Se comienza a crear empleo. Las reformas empiezan a dar sus frutos. Regresa la confianza y el dinero vuelve a circular.

Los principales indicadores pasan del rojo al verde. Las empresas, una vez redimensionadas al nuevo escenario, regresan a los beneficios. Algún ingenuo apuesta incluso por innovar y abre nuevas vías de negocio. Crece el empleo con más fuerza. Y crece el consumo, pero con criterio (llevará tiempo olvidar el revolcón que nos hemos llevado por los excesos). Etc, etc...

 

¿Podremos perdonarle entonces a Rajoy todos los desmanes que hoy nos parecen tan sangrantes? Yo creo que sí. Porque Rajoy siempre podrá esgrimir, al menos, que evitó el hundimiento de un país de la misma manera que llegó al poder: sin ataduras, sin actuar bajo la influencia de esta o aquella familia política.

Eso, claro está, si evita que la nave se hunda. En caso contrario...

Más en twitter: @javierfumero

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