El buen rollito de Rubalcaba

Resulta que Rubalcaba es ahora un hombre de Estado. Así se mostró este miércoles el secretario general del PSOE a la salida del almuerzo (alcachofas con setas, chuleta de Ávila y tinto de La Rioja) que mantuvo con el presidente Mariano Rajoy.

Habían quedado para hablar de todo y, a la salida, en una comparecencia estudiada al milímetro, dejó clara su “voluntad de colaborar” con el Gobierno para conseguir que España supere la crisis económica.

Algunos datos relevantes de esta cita:

-- Rubalcaba habló de una reunión “honesta y sincera”.

-- El líder socialista se mostró dispuesto a trabajar junto al Gobierno para abordar las “reformas estructurales” necesarias que permitan mayor “competitividad para crear empleo y equidad”.

-- La discrepancia más importante con el Gobierno es la reforma laboral. Presentarán una enmienda a la totalidad y algunos dirigentes del PSOE acudirán a la movilización del domingo, con los sindicatos.

-- Pero ha mostrado sintonía con Rajoy y su Ejecutivo en asuntos importantes. Rubalcaba no ha dado crédito, por ejemplo, a la información de Reuters anunciando que España podría haber inflado la cifra de déficit de 2011.

-- También coincide con Rajoy en que la Unión Europea debe revisar el objetivo de déficit para España.

-- A la salida de La Moncloa ha hablado de una “conversación franca y a fondo” y ha llegado a decir que se ha sentido escuchado.

 

Ya lo ven. Rubalcaba sigue al milímetro la estrategia de José Luis Rodríguez Zapatero... no sé si se acuerdan: un señor alto, socialista, bienintencionado, de León, más bien de buen talante, que dirigió este país hasta hace unos meses... Ese.

También Zapatero, nada más ser elegido secretario general del PSOE anunció una “oposición útil” al PP de José María Aznar, levantado ampollas en amplios sectores de su propio partido que preferían un perro de presa a un Bambi de pastaflora.

Ahora Rubalcaba sigue su estela, lo que son las cosas.

Zapatero comenzó a cimentar entonces el camino que le llevó hasta La Moncloa. ¿Lo logrará don Alfredo?

Veremos.

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