Un pingüino en La Moncloa

En La Moncloa hay una persona que sabe mucho de pingüinos. No es biólogo sino consultor de comunicación y ha escrito un libro en el que asegura que los ciudadanos replicamos hoy el modo de vida en colonias de estas aves instaladas sobre icebergs: con muy poco espacio (cada vez menos), en contacto permanente y generando un ruido ensordecedor.

Su tesis es que las nuevas tecnologías han provocado una interconexión personal desconocida hasta la fecha. Las personas se relacionan ahora sin límite de espacio y tiempo. Eso quizás provoque relaciones más superficiales pero tiene la ventaja de que el conocimiento llega a más personas. Por lo tanto, están en mejor disposición de ejercer su libertad.

Se acabó el monopolio de la opinión pública que ejercían las empresas de comunicación, los grandes grupos empresariales o el poder político. Cualquier pingüino de barrio está hoy capacitado para lanzar un mensaje en Twitter y generar un impulso que, potencialmente, puede derivar en un tsunami popular.

Como en las colonias de estas aves del Hemisferio Sur, aquí tampoco hay intermediarios. Ningún líder puede imponerse a la fuerza. Nos movemos por círculos de confianza. Se acabaron los campañas controladas, los eslóganes generados al dictado, el mensaje teledirigido. Es inútil. El boca-oreja sólo atiende al ruido espontáneo.

Por eso me pregunto qué estará pensando hoy este asesor que trabaja para el Gobierno.

Lo digo porque el ruido que se escucha en el iceberg de las redes sociales es prácticamente unánime. Las cosas no se están haciendo bien.

Este Gobierno ha cometido graves errores de bulto. Empezando por la comunicación, pasando por las soluciones adoptadas para contrarrestar esta crisis asfixiante y terminando en el callejón sin salida de varios frentes abiertos quizás en un momento poco adecuado.

El Ejecutivo no sólo ha renegado de compromisos electorales pactados con los ciudadanos en las urnas sino que ha caído en contradicciones y cometido errores de principiantes.

A la vista de todo esto, las preguntas se acumulan: ¿alguien en Moncloa se ha dado cuenta de esto? ¿alguien tiene previsto reaccionar a esta marea de descontento? ¿existe un plan para recuperar el crédito perdido durante estos meses?

 

Mientras intentamos descubrir si hay respuestas a estas cuestiones, el ruido generado por las colonias de pingüinos que no entienden lo que está pasando comienza a ser ensordecedor.

Más en twitter: @javierfumero

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