Business TV

Business is Business en Madrid, París, Londres, Nueva York, Cuenca y en todos los rincones y mercados del mundo, incluido el televisivo.

La televisión es un negocio, los operadores privados son empresas y los programas, productos con dos destinatarios principales: espectadores y anunciantes. Desde este enfoque, la búsqueda de la rentabilidad es tan importante como conseguir unas buenas cifras de audiencia. En España, si hay una cadena de televisión que ha tenido clara esta máxima desde sus inicios es Tele 5, la pantalla amiga del negocio televisivo y no tanto del buen servicio.

Un programa, antes de ser emitido, recorre un largo camino, muchas veces más extenso que su propia vida en la parrilla. Si comparásemos este proceso con la trayectoria vital de un ser humano, podríamos decir que su gestación se produce en el instante en que surge la idea. La idea es el comienzo de todo producto creativo. A partir de ella, se desarrolla un formato y éste se concreta en un programa de televisión.

Es en esta fase de ideación, donde se dota al formato de posibles vías de negocio (SMS, merchandising, etc.). Un buen desarrollo creativo es crucial para el futuro éxito del programa, pero no lo es menos un buen desarrollo comercial. En la medida en que el formato disponga de una serie de herramientas que generen fuentes de ingresos complementarias, su financiación será más sencilla y la productora contará con una baza importante a la hora de venderlo a una cadena. Un programa bueno y rentable es doblemente bueno.

A partir del 13 de junio, Tele 5 dará un paso más allá y comenzará a rentabilizar Operación Triunfo incluso antes de su primera entrega. Tras los informativos, Pecado Original será sustituido por la emisión del casting de OT. Un espacio de prime time elaborado con un coste mínimo al realizarse con el material grabado durante la fase de selección de los concursantes.

Hasta el momento, ninguna cadena había utilizado en nuestro país el casting de un reality para generar expectativas y como antesala de su estreno. Televisión Española utilizó esas imágenes en los resúmenes y galas, pero no creó un programa previo autónomo. Sin embargo, en otros países como Australia, Australian Idol –el Operación Triunfo de los antípodas- utiliza este recurso desde sus primeras ediciones.

El programa traslada a la audiencia de ciudad en ciudad para mostrar el proceso de selección. Los candidatos más extravagantes, los más emocionados, los que tienen mejor físico y aquellos con la peor y la mejor voz se convierten en los protagonistas de este espacio.

En la versión australiana, un jurado comunica a los aspirantes, que escuchan con los nervios a flor de piel, si han superado o no cada una de las fases. Llantos, gritos, abrazos y sonrisas consiguen que los espectadores se identifiquen con sus candidatos favoritos, convertidos en personajes por los redactores del programa.

Mientras Tele 5 ya ha anunciado el relanzamiento de OT con toda su artillería pesada y aprovechando las sinergias de su parrilla, TVE prepara el estreno de Mira quien baila, un nuevo reality-concurso musical sobre bailes de salón y presentado por Anne Igartiburu. Previsiblemente, sus resultados quedarán lejos de los de Operación Triunfo, cuyos derechos ostentaba la cadena pública hasta el año pasado. Cuestión de buenas y malas políticas de gestión.

 

La cadena de Fuencarral es líder en audiencia y rentabilidad. Sin embargo, no parece que su parrilla se ajuste a lo que nuestro sentido común entiende por contenido de calidad. Es legítimo que las empresas de televisión busquen obtener beneficios, pero esto no debe servir como excusa para que se desnaturalice su carácter de servicio público.

Business is business, pero la televisión es primero televisión y, solo después, debería ser negocio.

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