Emocionarse con las víctimas

El pasado viernes tuve la suerte y el honor de asistir en Jaén al acto de entrega de los premios que anualmente concede la Asociación de Víctimas del Terrorismo "Verde Esperanza" a personas y/o Instituciones que se han distinguido por su trabajo en favor de las víctimas. Los premiados este año eran el ex -Presidente del Gobierno, José María Aznar; las Universidades San Pablo-CEU de España y Sergio Arboleda de Colombia y el historiador y periodista Cesar Vidal. Lo de menos, con ser importante, eran los premiados. Lo de más, sin ninguna duda, las víctimas presentes en el acto y todas las que de una forma u otra, sin estar físicamente en Jaén, si lo estaban en espíritu. Un acto, cualquier acto, que tenga como protagonista a las víctimas del terrorismo es sustancialmente distinto a cualquier otro. La dignidad moral de las víctimas, su ejemplo, su testimonio, hace que el evento tenga una dimensión diferente. En el acto de Jaén estaba, entre otros, José Antonio Ortega Lara, funcionario de prisiones que fue secuestrado por ETA en enero de 1996 y liberado por la Guardia Civil 532 días más tarde, concretamente, el 1 de julio de 1997. Volver a ver a Ortega Lara, a su mujer Domitila, a su hijo Daniel, que sólo tenía tres años cuando su padre fue secuestrado y torturado durante dieciocho meses, produce una emoción muy profunda. Pero lo mismo se podría decir de otras víctimas presentes en el acto como Irene Villa, su madre María Jesús González; el presidente de la Asociación Víctimas del Terrorismo, José Alcaraz, que perdió a un hermano de 17 años y a dos sobrinas gemelas de 4 años en el atentado de ETA contra la Casa Cuartel de la Guardia Civil de Zaragoza; o a víctimas del 11-M como Gabriel Moris y su mujer, María Pilar Crespo del Castillo, que perdieron a su hijo que viajaba en uno de los trenes aquella fatídica y terrible mañana. A la emotividad del acto de Jaén también contribuyó la presencia de unos invitados muy especiales: un grupo de concejales del PP y del PSOE de diferentes localidades del País Vasco. Algunos de estos concejales comentaban que es tal el grado de asfixia en el que viven, tanto por la amenaza continua de ETA como por el ambiente de coacción y de miedo del entorno abertzale, especialmente crecido en estos meses gracias a los "gestos" de Zapatero, que salir durante unas horas de las localidades en las que viven y respirar aire fresco, se ha convertido para ellos en algo absolutamente necesario. En unos tiempos en los que las víctimas del terrorismo resultan molestas y son un estorbo para los planes "pacifistas" del Presidente del Gobierno; en unos tiempos en los que se ha intentado y en parte se ha conseguido, dividir a las víctimas; en unos tiempos en los que el actual Gobierno no duda incluso en intentar la asfixia económica de las Asociaciones de Víctimas que le son más molestas, actos como el comentado de Jaén sirve para reivindicar la memoria, la dignidad y la justicia que todos los españoles de bien les debemos a las víctimas del terrorismo. El Gran Canciller de la Universidad San Pablo-CEU, una de las Instituciones premiadas, Alfonso Coronel de Palma, asistió al acto acompañado por su hija mayor, Mercedes, que tiene 12 años. Y en su intervención explicó él "por qué" de esa presencia. Dijo que había querido llevar a su hija para que esta fuese consciente de que muchas personas han dado en estos últimos años su vida para que ella pudiera vivir en un País libre, en una Patria que tiene muchos años de historia y que mal que les pese a algunos, se sigue llamando España. Bonita lección, que todos, de una manera o de otra, nos debemos aplicar.

 
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