¿Un José María García en la música?

Se terminó su calvario y su silencio. José María García ha reaparecido este jueves en un medio de comunicación. Ha accedido a someterse a las preguntas de los lectores de “elmundo.es” a través de “encuentro digital”. Muchos de sus seguidores se han enterado hoy de que afortunadamente ha superado con éxito el cáncer que le ha mantenido apartado de todo durante los últimos tiempos. Sus enemigos también se han enterado, porque el temido periodista no ha dejado títere con cabeza, fiel a su estilo habitual. Ha disparado a la derecha y a la izquierda. A sus amigos y a sus enemigos. Al fútbol, a la política, a los medios... Ha tenido también elogios y palabras de agradecimiento para quienes en los últimos tiempos, bajo su juicio, “han hecho las cosas bien”. Ha tratado de comportarse con independencia, libertad y compromiso con su forma de ver el país. Aunque se hizo famoso por su espacio deportivo -polémico como ningún otro lo ha sido desde su desaparición-, los lectores hoy le preguntaban muy poco sobre el mundo del fútbol o sobre la federación. García se ha dedicado al mundo deportivo por casualidad. Prueba de ello es que su probable regreso a los medios podría concretarse en un espacio de información general y actualidad política. Al menos, así lo ha dejado ver esta mañana. Pensaba entonces en su figura. En lo que significa hoy y lo que significó ayer para el periodismo. Con errores y aciertos —especialmente en los métodos-, García es un tipo de periodista tan incómodo como necesario en un país. Pensaba también en lo que habría sucedido si José María García se hubiera dedicado al periodismo en otra rama: en la economía, en la cultura o incluso en la música. Y la conclusión fue clara. Para bochorno de los que nos dedicamos al periodismo musical, si hay un mal que debemos reconocer —probablemente miente el que no lo haga- es nuestra carencia de objetividad. Bien es cierto que el periodismo musical recibe esta deficiencia mejor que el político, por ejemplo. Pero necesitaríamos un José María García. Alguien capaz de denunciar las trampas que se esconden detrás de las emisoras musicales. Al menos, algunos creemos que existen. Alguien con el valor de destapar las historias verdaderas de determinados productos comerciales. Los intereses de tal o cual presentador musical o los tapujos de algunos promotores de espectáculos. Alguien que sin duda, sería odiado a muerte en el gremio, pero traería un poco más de luz a un mundo, verdaderamente oscuro, que vive encallado en la penumbra y el barro que le impiden avanzar. El periodismo musical muestra con descaro su falta de objetividad y su absoluto clientelismo empresarial en decenas de medios. Inevitablemente todos caemos un poco en eso y lo digo al tiempo que me abstengo de lanzar cualquier tipo de piedra por estar libre de culpa. Repito que con sus errores y sus aciertos, con esa forma de ser tan peculiar que hace de sus amigos grandes amigos y de sus enemigos grandes enemigos, un pequeño García vendría muy bien en cada esquina de este país. Y en la música, aunque sólo sea para desenterrar todos esos oscuros tópicos que empobrecen la industria de la cultura, sería —aunque doloroso- muy útil y muy positivo para todos. Porque desde el momento en que decidimos hacer que el arte sea también un negocio —al margen de la representación en sí-, debe serlo en todos los sentidos. El periodismo deportivo ha evolucionado mucho mejor en este aspecto. El fútbol es arte pero también negocio. Por eso se mira desde un prisma artístico pero también se analiza desde otros puntos de vista más críticos e incisivos y muy alejados de los terrenos de juego. Aún sabiendo el riesgo que podría suponer una adaptación similar al periodismo musical, creo que merecería la pena. Es urgente limpiar y revitalizar la industria. Tal vez un García podría hacerlo, aunque evidentemente, no éste que conocemos.

 
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