Televisión digital: ¿La quiere?

La clave del éxito se encuentra en la popularización, sin duda. Todo producto que desembarque en un mercado sólo alcanzará el éxito si logra hacerse popular, si el “pueblo” lo hace suyo. Una de las formas más empleadas para conseguirlo consiste en asignarle un precio barato –al menos en la percepción- y realizar una masiva campaña de marketing. El resultado es un producto con un precio bajo, al alcance de gran parte de la población, que toda persona “civilizada” e integrada en la sociedad debe tener si no quiere sentirse excluida. Y si además es útil, el triunfo está garantizado…

Así fue como se produjo el boom del teléfono móvil, un aparato que ha cambiado por completo nuestras vidas. En sus inicios, era considerado un complemento de lujo disponible para unos cuantos privilegiados. Sólo a raíz de una acusada y continua bajada de precios, que llegó incluso a la gratuidad, el móvil consiguió hacerse un hueco en el bolsillo de los españoles.

Esa disminución del precio permitió dirigir el producto al target más interesado en las nuevas tecnologías: los jóvenes. Y por si ello no fuera suficiente, no era necesario pagar una cuota, sino que sólo se pagaban, mediante tarjetas de prepago, las llamadas realizadas. Ya sólo faltaba una intensa campaña de promoción en Navidad. ¡Eureka!

Esta misma historia se repite con infinidad de productos. Compruébelo usted mismo. Al terminar de leer este artículo, vaya a una calle medianamente concurrida y cuente el número de personas que ve con una pulsera amarilla. Si no localiza al menos diez en veinte segundos, yo le regalo la mía.

A continuación, le voy a intentar vender un nuevo producto. Le ofrezco televisión digital con más de veinte canales, una calidad de imagen y sonido similar a la del DVD, servicios interactivos (chat, MP3, juegos, compras…), una guía electrónica de programación, posibilidad de alquilar en cualquier momento la película que usted quiera dentro de un amplio catálogo -pudiendo elegir subtítulos y diferentes idiomas- y la oportunidad de ver partidos de fútbol por sólo 3 euros comprando una tarjeta de prepago por 18 –para seis partidos- en el kiosco que tiene enfrente de casa.

Por todo esto no tendrá que pagar ni un solo céntimo de cuota, ni instalar ningún tipo de antena, tan sólo necesitará adaptar la que ya tiene e incorporar a su televisor un descodificador digital que le costará poco más de 50 euros –gran parte del precio está cubierto por una subvención de 150-. ¿Lo quiere?

Le he acabado de enumerar las ventajas de la Televisión Digital Terrestre (TDT). Nada de lo anterior es inventado. En Italia, el Ejecutivo ha subvencionado los descodificadores digitales con 150 euros y, a través de la plataforma de TDT, Mediaset -propiedad de Silvio Berlusconi- ofrece partidos de fútbol a 3 euros por la compra de tarjetas de prepago para seis partidos.

El Gobierno español debería tomar buena nota si realmente quiere impulsar la TDT. Tendría que favorecer iniciativas como la descrita y no centrarse en conceder canales analógicos a los amigos.

Aplaudo la decisión de adelantar el apagón analógico a 2010, pero esta medida no parece suficiente. Es necesaria una oferta llamativa de contenidos y servicios para incentivar la venta de los descodificadores digitales o Set-Top Box a precios asequibles. El simulcast –emisión simultánea en analógico y en digital del mismo contenido- al que, desde 2002, están obligados los operadores de televisión españoles no resulta atractivo.

 

Un ciudadano  medio no va a comprar un receptor de TDT para ver los mismos canales de los que ya dispone. Y si lo hace y comprueba que la oferta es exactamente la misma y que, de momento, no disfruta de servicios interactivos, probablemente no contribuirá a crear un boca a boca favorable. Además, si ha adquirido un descodificador que no permite la interactividad -sin MHP-, como el que está comercializando algún periódico español, y se ve obligado a sustituirlo por otro una vez se oferten esos servicios, es probable que se sienta timado. Todo hay que decirlo.

La Televisión Digital Terrestre no debería ser el futuro de la televisión en España, sino el presente. Su éxito llegará de la mano de la popularización. Como ha quedado demostrado, la historia es cíclica y se repite constantemente. Ocurrió con el móvil, con el coche, con los vuelo en avión y con buena parte de los productos que consumimos a diario. ¿Ocurrirá lo mismo con la TDT?

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