Con los policías, a muerte

20.000 personas se dieron cita el sábado en las calles de Madrid en la manifestación más multitudinaria de agentes de Policía de la historia de la democracia. Sus reclamaciones: dignidad y una subida salarial para equiparar sus nóminas con las de sus compañeros de cuerpos autonómicos y locales. El ambiente vivido en la marcha fue de auténtica fiesta.

Sus reivindicaciones no se pueden considerar vitales: tienen un trabajo fijo y cobran un sueldo que no les va a faltar. No son, ni mucho menos, trabajadores en paro ni van a ser despedidos. Tampoco les va a afectar ningún expediente de regulación de empleo, ni el cierre de su empresa. Pero sus quejas son tan justas que el ministro no debería mirar para otro lado.

Atravesamos un grave periodo económico y quien tiene que hacer un mayor esfuerzo para salir de la situación es el Gobierno. Pero esto no es incompatible con escuchar y comprometerse con los policías. ¿Por qué no una propuesta de subida salarial a dos o tres años, cuando ya hayamos superado, teóricamente, esta crisis?

Dice Rubalcaba que él siempre está dispuesto a dialogar, pero no a comprometerse. O, lo que es lo mismo, me siento con vosotros, pero entendedme: no tenemos dinero para subiros el sueldo.

Asegura también Rubalcaba que está haciendo un “importantísimo esfuerzo” en aumentar la retribución salarial de los policías nacionales. Así lo evidencian las estadísticas: en los últimos cuatro años, sus nóminas han crecido un 10,57%, siendo los funcionarios más beneficiados. Pero no es suficiente, señor ministro. No es justo que un Mosso d’Esquadra o un policía local recién salido de la academia cobre más que un ‘nacional’ con más de 30 años de servicio.

Tampoco es justo que el Cuerpo Nacional de Policía cuente cada vez con menos medios para luchar contra la delincuencia y contra las bandas organizadas. O que se decoloren sus uniformes. O que se claven en la espalda los asientos de sus coches-patrulla. O que se les deje indefensos cuando identifican a inmigrantes porque no hay protocolos de actuación. O que no tengan guantes anticorte o chalecos antibalas.

Estas ‘bofetadas’ a los agentes, por sólo citar unas cuantas, no hacen otra cosa que agravar el problema salarial de base. Porque en ningún país democrático del mundo ocurre esto. ¿Se imaginan a un agente del FBI cobrando menos que un policía del estado de Virginia?

En el PP no se quedan atrás en sus críticas: su diputado, Alfonso Alonso, cometió ayer un ‘patinazo’ de libro. Dejo caer que podía existir una trama policial contra su partido en referencia a la ‘operación Gürtel’. Cabría recordarle a Alonso que todas las investigaciones policiales están judicializadas, es decir, los policías actúan bajo la dirección de un juez, con la intervención de un fiscal para, por último, acudir a los tribunales. Así es el estado de derecho.

El trasfondo es simple: los Policías son los escudos de nuestra democracia y, sin ellos, el sistema se desmoronaría. Ministerio y oposición deben ser conscientes de ello: su prioridad no es otra que la de perseguir al que hace el mal. Rosa Díez ya se ha dado cuenta y los policías le han calificado como la voz de su conciencia ante el ministro. ¡Con los policías, todos a una!

 
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