Javier Fumero

¡Que viene Carmena!

Erase una vez un pastorcillo que cuidaba las ovejas de todo el pueblo. Algunos días era agradable permanecer en las colinas y el tiempo pasaba muy de prisa. Otras jornadas, el muchacho se aburría; no había nada que hacer salvo mirar cómo pastaban las ovejas de la mañana a la noche.

Un día decidió divertirse y se subió sobre un risco que dominaba el pueblo.

-- ¡Socorro! -gritó lo más fuerte que pudo- ¡Que viene el lobo y devora las ovejas!

Ya conocen el resto. El pueblo se alarmó, montó una partida a toda prisa y salió en su ayuda. Cuando llegaron jadeando hasta donde estaba, se encontraron al chico tirado por los suelos de la risa… Ufano por la broma, volvió a hacerlo un día y otro y otro... Hasta que el lobo un día apareció y su petición de socorro no sirvió de nada.

Manuela Carmena es el lobo para muchos madrileños. Llevan semanas clamando contra su designación, temerosos de lo que se nos viene encima, del precio que pagará Madrid por su gestión populista.

Me parece respetable… pero no comparto este diagnóstico. Creo que el cambio trae más ventajas que inconvenientes.

A la capital de España le va a venir muy bien que se abran las puertas y ventanas del consistorio. Una renovación es higiénica, sana, impide dormirse en los laureles y pensar que el ‘momio’ está asegurado de por vida. Sigo pensando que las mayorías absolutas son un caldo de cultivo excelente para la autocomplacencia y el desprecio final al ciudadano.

Por cierto: por eso me encantaría que un vuelco así se produjera en Andalucía, porque les vendría muy bien a los andaluces. Pero esta es otra cuestión.

Además, el lobo Carmena merece al menos 100 días de gracia. La semana pasada manifesté mi deseo de que acometiera una gestión pragmática, centrada en las personas y en el progreso de la ciudad, como hizo un señor en Delaware. Vamos a ver lo que sucede.

 

Más en twitter: @javierfumero

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