José Apezarena

Elecciones generales habemus, sí o sí

Pedro Sanchez, haciendo un selfie con miitantes socialistas en Sevilla

Se avecinan elecciones generales. Es la única salida, voluntaria o involuntaria, al estropicio causado a este país, llamado España, por un señor llamado Pedro Sánchez.

Al final de todos sus enjuagues, atropellos, mentiras, promesas incumplidas y hasta ilegalidades (si no formales, sí de fondo), resulta que, no solo no ha “pacificado” la situación en Cataluña, como prometió y hasta repite ahora, sino que la ha llevado a una situación extrema, incluso más peligrosa que la anterior. Una muestra: la reconciliación que han escenificado las dos más importantes fuerzas independentistas, Junts y ERC, en el minuto siguiente a la aprobación de la ley de amnistía.

Son, no lo olvidemos, dos partidos que le han puesto la silla de presidente del Gobierno, y que tienen en su mano quitársela cuando quieran, cuando les venga bien o les dé la gana. Tal cual.

Y de nada sirve, no garantiza nada, el hecho de que el PSOE haya salido ganador en las últimas elecciones autonómicas. Por dos motivos. Primero, porque muy posiblemente Salvador Illa no llegará a gobernar: no le van a dejar los independentistas coaligados. Segundo, porque, en cualquier caso, esos dos partidos pondrán en marcha de nuevo el proceso secesionista, pactado o no, dirigido a la proclamación de la república catalana.

Y lo han anunciado con claridad, incluso en el propio hemiciclo del Congreso tras la votación de la amnistía: ahora, el referéndum.

O sea, un nuevo procés, que tiene como precedente peligroso (para el resto de España) la comprobación de que el anterior les ha salido gratis total: los implicados se beneficiarán de una amnistía que, no solamente perdona lo ocurrido en torno al 1-O de 2017, sino que lo borra todo, como si nunca hubiera existido.

Así pues, Pedro Sánchez camina hacia unas elecciones próximas. O porque lo derriban los supuestos socios. O porque decide no aguantar más y tratar de cortar la hemorragia recurriendo de nuevo a las urnas, como hizo tras la tremenda derrota del 28 de mayo. Es impensable que pueda gobernar después del verano.

Nos encontramos ante el gran fracaso de Sánchez. Ha quedado desautorizado como persona (falso, mentiroso, trapacero), descalificado porque se ha desmentido a sí mismo repetidas veces. Engañó al país con la pretendida reflexión de cinco días. Y, como líder, ha colocado su partido al borde de la extinción. Tiene bajo sospecha a la mismísima Moncloa, por los negocios de su imputada mujer. Ha vendido España, la ha dejado destrozada, y al final para nada. Bueno, para poner las cosas peor.

Tal como contó Confidencial Digital, hace unas semanas los cálculos de Pedro Sánchez se movían entre gobernar un año y medio más, hasta 2025 con unos nuevos Presupuestos, o adelantar las generales y celebrarlas en otoño.

 

Pensaba tomar la decisión tras el resultado de las elecciones europeas de este domingo, 9 de junio. Quiere comprobar si, como decían las encuestas, rentabiliza la “pacificación” de Cataluña pretendidamente conseguida.

No sé qué responderán las urnas el domingo, pero lo que parece una evidencia es que la “pacificación” no ha llegado. Todo lo contrario.  Y a eso lo ha sacrificado todo.

Para que nada falte, en gran parte de Europa miran a Pedro Sánchez con inquietud, cuando no con sospecha, sobre todo tras aprobar la amnistía. Ahí está el comentario del alemán Michael Strauss, portavoz del Grupo Conservador en el Parlamento Europeo: “El Gobierno de Sánchez está desmantelando el Estado de derecho, la separación de poderes y la igualdad entre los españoles. Es una amenaza para la democracia”.

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