Ante una cámara de TV no se puede dudar
Quizá el peor momento de la entrevista a Mariano Rajoy en Televisión Española fue el instante en que, a la pregunta de si España necesita un rescate, el presidente calló y dudó durante unos segundos que se hicieron eternos.
La imagen de desconcierto que transmitió, de no saber qué hay que hacer en asunto tan trascendente, llegó a parecer hasta penosa.
Por si fuera poco, cuando empezó a contestar se metió en un jardín sobre si uno pide o no un crédito, qué condiciones le ponen…
No imaginar pensar que Rajoy no supiera que esa pregunta iba a saltar. Era de cajón, inevitable, obvio, que le iban a demandar sobre el rescate.
Entonces, ¿qué le pasó?
Por lo visto, el presidente se hizo a sí mismo el planteamiento de que lo importante de ese coloquio televisado era explicar las cuestiones de forma que las entendiera el ciudadano de a pie.
Rajoy se propuso ser pedagógico. Y eso le perdió.
Y así, ante la pregunta de si España necesita el rescate buscó, como parte de ese empeño de hablar llanamente, el ejemplo, la parábola, y entró en lo de si se pide o no un crédito.
¿No había pensado con anterioridad la comparación que tenía que poner, conociendo como conocía que la cuestión era ineludible?
Los segundos de duda resultaron interminables. Y la imagen del presidente salió malparada.
Estas cosas hay que prepararlas bien.
Ante una cámara de televisión no se puede dudar.
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